“Acabo de bajarme del escenario en Costa Rica; ¡Dios mío, no hay palabras! ¡Pura adrenalina y magia! ¡Gracias!”, escribió en Twitter la vocalista Floor Jansen, a las 10 p. m. del lunes.
Apenas 15 minutos antes, los fanáticos que abarrotaron el Pepper’s Club, en Zapote, habían dejado de escuchar a la espigada vocalista y a Nighwish . El escenario estaba desolado y las luces de tarima apagadas, pero parecía que el público se resistía a abandonar el recinto, casi atónito o esperanzado de poder escuchar más canciones del conjunto finlandés.
Quizá los ticos creyeron que el quinteto haría una excepción con ellos, regalándoles más piezas de las que han estado tocando en la gira de su último disco, Imaginaerum , ese mismo que los trajo hasta Centroamérica .
No hubo tal. Tampoco hubo encore , pero es que la agrupación decidió saborearse el escenario sin darle tiempo a las pausas y recesos.
En una sola tanda, los músicos europeos repasaron 14 temas, entre los que dieron muestras de su metal sinfónico, de sus baladas con piano y otros temas con evidente influencia celta.
El quinteto abrió con Storytime , sencillo de su último disco; de inmediato, saltaron a Dark Chest of Wonders, obra del 2004. Sin embargo, el público estalló en alaridos cuando sonó Wish I Had an Angel , el tema más popular en toda la discografía de los finlandeses.
El aforo gritaba fuerte y le hacía vítores a Floor Jansen, sin importar que la cantante holandesa apenas lleve un par de meses en la banda y que su lugar dentro de Nightwish sea provisional.
“Ella fue nuestro ángel salvador”, dijo el bajista Marco Hietala, refiriéndose a la vocalista que tomó la plaza que Anette Olzon dejó vacante en octubre.
Después de la celebrada introducción a Jansen, en el repertorio siguieron Ever Dream y Dead to the World , dos piezas del disco Century Child .
Vibrantes. Para I Want My Tears Back y Nemo se sumó a escena el multiinstrumentista Troy Donockley, mientras que Tuomas Holopainen, líder de la banda, se lucía tras el teclado.
Con una flauta whistle y una gaita irlandesa, Donockley le aportó otros sonidos al grupo e invitó a que varios asistentes quisieran bailar entre la multitud, que se acercaba a los 2.000 fanáticos.
“Creo que aquí lo de intentar hacer silencio no funciona, pero gracias a Dios esto es un concierto de rock ”, vociferó Jansen, antes de que la banda interpretara dos de las piezas más pesadas de la noche: Planet Hell y Ghost River .
El cover de Gary Moore, Over the Hills and Far Away , evocaba a despedida, pero aun quedaba Nightwish para un rato más. La extensa Ghost Love Score pasó de las notas suaves a las más pesadas, pero fue con Wishmaster que el espectáculo alcanzó su clímax.
“Hemos tenido grandes conciertos, pero creo que no he visto otro público como este”, dijo Hietala. “Esta noche es perfecta pero siempre hay un final”, completó Jansen, para cerrar la noche con Last Ride of the Day .