Por Arnoldo Rivera J
Juan Nájera
Director de Bandas
A 170 años de la fundación de la Dirección de Bandas de Costa Rica, ¿cómo se encuentra esta institución?
Creo que, en este momento, cuenta con unas enormes posibilidades de crecimiento, con músicos profesionales de altísimo nivel, con músicos comprometidos con su labor, que buscan llevar la música de bandas a más comunidades del país.
En conversaciones con los distintos directores de bandas, ellos señalaban, con más o menos matices, la estrechez de los presupuestos. Es sabido que la cultura es siempre la cenicienta de los presupuestos.
Sí, es cierto que los presupuestos son limitados; pero, dentro de lo limitado que pueden ser, nosotros tratamos de hacer lo posible para maximizarlo, hacemos grandes esfuerzos para estirarlo todo lo que se pueda. A veces, hay que ponerse creativo.
Otro asunto que apareció en esas entrevistas que le comenté, es que los directores creen que la labor de las bandas está “invisibilizada”, que la gente todavía cree que las bandas son unos señores que solo tocan los domingos en un parque.
Bueno, no creo que esté completamente invisibilizada. Sí creo que la gente conoce muy poco de la enorme oferta que tienen las bandas, de toda la labor que desarrolla en comunidades, de extensión, de conciertos. Sí es cierto que, ahora, las bandas no somos los señores que solo tocan en parques. Nosotros hemos ido conquistando espacios...
Otro aspecto ha considerar es la planilla. Se sabe que una banda debería tener 60 músicos y ninguna de las bandas del país alcanza esa cantidad.
Esa es una realidad: falta personal. En estos momentos, la Banda de San José es la que puede estar un poco mejor, y la de más necesidad es la de Limón. El asunto de las plazas está difícil, pero ahí seguimos.
¿Cuál es el significado de ser músico de banda?
Es un orgullo. Es una enorme posibilidad de trabajo en lo que a uno le gusta. Con las bandas, fortalecemos una tradición cultural del país.