Como pianista, Manuel Matarrita viajó en varias ocasiones para dar recitales en el extranjero, pero esta semana tendrá uno que es especial. Será el domingo, y tendrá la oportunidad de tocar, por primera vez, fuera de Costa Rica, el
Lo hará junto a la Orquesta Sinfónica Powder River, en el estado de Wyoming, Estados Unidos. Además, la alegría para él es doble, porque lo hará bajo la batuta de Norman Gamboa , director costarricense y amigo.
“La importancia del recital radica en que se interpretará una obra costarricense, no es simplemente ir a tocar el piano. Estar acompañado de una orquesta, que es una plataforma diferente, donde, por lo general, las orquestas programan las obras famosas”, explicó Matarrita.
Además, el concierto encierra en sí mismo una historia importante, según el músico. Es el primer concierto para piano y orquesta que se escribió en Costa Rica.
Carlos Enrique Vargas recién llegaba de Italia, donde estudio composición. Entre febrero y abril de 1944 este pianista, organista, compositor y director de orquesta escribió su concierto para piano. Una vez listo, él mismo, sentado al piano, lo estrenó en el Teatro Nacional, y lo acompañó la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN), dirigida por Hugo Mariani.
La obra se presentó en tres ocasiones más, entre 1950 y 1955, todas con Vargas como solista. Luego de eso, explicó Matarrita, estuvo en el olvido por cuatro décadas.
Fue en 1999 cuando comenzó una conexión particular entre Manuel Matarrita y este concierto. En ese año, la OSN, dirigida por Irwin Hoffman, lo invitó a tocarla.
“Cuando me invitaron a tocarla, no sabía que existía, fue un reto prepararla, porque no existía una referencia auditiva, y eso lo hizo un reto mayor”, recordó el pianista.
Durante su viaje a Estados Unidos, el pianista y catedrático de la Universidad de Costa Rica ofrecerá dos recitales en solitario. El primero será esta noche; el segundo será el miércoles, ambos en la ciudad de Gillette, en Wyoming.
Eso realizó una investigación y análisis de este concierto, como tesis para optar por el grado de doctor en piano. Por eso con propiedad afirma que se trata de una obra moderna en el contexto en que se compuso, con una estructura tradicional de tres movimientos rápido-lento-rápido.
Añadió que tiene elementos que llamaría neoclásicos y es notoria la influencia de grandes maestro. No obstante, si se le compara en un contexto europeo, dijo, era un concierto bastante tradicional.
“Es importante este concierto, porque es un primer paso... va a quedar un registro de que existe una obra de Carlos Enrique Vargas y, por medio de nosotros, se está difundiendo”, finalizó Matarrita.