Guitarras y charangos pusieron a correr a mil el corazón en el
Sí, el jueves pasado, un jueves de lluvia intensa, a las 8 p. m. en el Teatro Nacional, la jornada vivió su tercer recital de la actual temporada de la mano –o mejor dicho, de las manos– del cubano Freddy Pérez y de los argentinos Diego Jasca y Ricardo Moyano. Estos últimos fueron todo un dúo dinámico.
No importó aquella noche que el Teatro Nacional no estuviese al tope de su capacidad porque los aplausos fueron intensos, los silbidos de gozo fueron claros y evidentes resultaron las peticiones para que sus protagonistas regresaran al escenario a dar más y más.
Aquel jueves 30 de setiembre, la Latinoamérica que se desgranó en el Teatro Nacional fue bellamente estilizada, y graciosamente abordada –con fino humor–.
Abrió su parte del concierto con
Cada interpretación de Pérez se llevó aplausos: el son tradicional
Su homenaje al compositor cubano ya desaparecido Ñico Rojas, con
Lo mismo sucedió cuando hizo las
Y como Pérez también es compositor mostró algo de su propia cosecha:
Terminó su actuación y, a punta de aplausos, el público le pidió regresar. Así lo hizo y, al terminar, llegó el intermedio.
Y Jasca, que también se las trae, rompió las formalidades al cantar, bien acompañado por Moyano en la guitarra y por él mismo en el charango,
Desataron zambas, milongas y hasta cuecas, aquellas cuerdas se encontraban, se “contrapunteaban”, y aquellas manos hacían percusiones sobre los instrumentos, con tanta agilidad como rasgaban las cuerdas. Esto, puso a los corazones contentos.
A dúo, y a ratos en solitario, estos dos, que se complementan, se sonreían al tocar y cada tema maduraba un clímax.
Cuando estuvo solito, Moyano tocó lo que sentía y, si había que cambiar el programa, lo hacía. Eso se llama ser libre y tocar con el corazón. Su versión de
Y cuando Jasca, maestro del charango, hizo lo propio demostró que el charango es lo que él dice: un instrumento de primer plano. Lo hizo con una improvisación,