Lana del Rey ha regresado. Su abrumadora presencia en los medios en fechas recientes no llega con un bum –tan usual en las autopistas más transitadas del pop–, sino con el susurro de unas melodías que caminan por callejones medio solitarios de la música actual.
La artista de 28 años ha afinado su sonido para su segundo disco, Ultraviolence . La melancolía de su música ha tomado tintes aún más lóbregos; no tanto por sus ritmos morosos y sus letras llenas de duda y lamentaciones, sino por cuestiones extramusicales de promoción. Recientemente expresó, en una entrevista para The Guardian : “Ojalá estuviera muerta ya”.
La artista también ha dado otros destellos más brillantes en días pasados, cuando interpretó un siniestro remake de Once Upon a Dream , para la película Maléfica , de Disney. También se supo que cantó ad honorem en la ridículamente costosa boda de Kim Kardashian y Kanye West.
Su nueva irrupción llega con su nuevo disco, un regreso que habla de que, a pesar de su fijación con la muerte, la artista sabe sobrevivir muy bien en su industria.
Nuevos sonidos. Lana del Rey ya está ubicada como la estrella más oscura y polarizante del pop, al decir del sitio especializado NPR . La reseña la define como la artista que “romantiza fuerzas destructivas”.
En el 2011 había irrumpido en la escena pop con su sencillo Video Games ; y posteriormente entró con el disco Born to Die (2012). Los días posteriores no fueron fáciles para Del Rey, pues críticas altibajas de su trabajo y una pésima interpretación en el programa Saturday Night Live la dejaron mal parada en la escena estadounidense.
Se le ha acusado de novata, de calculadora y de antifeminista. Sin embargo, supo regresar.
Con Ultraviolence , los críticos coinciden en que su trabajo encuentra un camino mejor enrumbado. Lejos de las melodías aptas para convertirse luego en éxitos del hip-hop y el dance , las 11 piezas del álbum son percibidas como “ retrosofisticadas ”, por ejemplo, por The New York Times , medio que la había tratado mal en el pasado.
Su música es de cámara lenta, un estilo que, para su último disco ella ha querido llamar “narcobalanceo” (por narcoléptico) .
Del Rey vive en esa rara habitación en la que también se han sabido instalar otras estrellas como Miley Cyrus y Lorde, aunque cada una con una estética artística y musical muy diferente.
A pesar de sus críticos, la artista ha sabido regresar.