El 8 de diciembre marcará por siempre la conmemoración de dos de las más lamentables historias del rock : los asesinatos –en 1980 y 2004, respectivamente– de John Lennon y Dimebag Darrell.
Lennon, integrante fundador de los legendarios Beatles, murió al recibir cuatro tiros, frente a su casa, en Nueva York. Disparó Mark David Chapman, quien se declaró uno de sus grandes fans.
Por su parte, Darrell (también guitarrista, fundador de la banda de metal Pantera) corrió con una suerte similar: un seguidor lo tiroteó en un concierto y mató a tres personas más en el acto.
En una misiva publicada ayer, cuando se cumplió el décimo aniversario de los hechos, Phil Anselmo (exvocalista de Pantera) escribió: “Nada de esto se vuelve más fácil para mí. Todavía necesito lidiar con esta situación. No le encuentro sentido. No veo la actitud esa de que ‘todo pasa por algo’. Este año fue el más difícil”.
El dolor de la muerte de Lennon ha tenido más tiempo para asentarse, pero aún es un tema delicado para amigos, familiares y seguidores. En vísperas del trigésimo cuarto aniversario de su asesinato, Paul McCartney (compañero en los Beatles) visitó un programa de la televisión británica para recordarlo.
“Estaba en casa cuando recibí una llamada. Era de madrugada, estaba en el campo y recibí la llamada y fue como... (se echa hacia atrás como si hubiese sido golpeado por algo). Creo que fue así para todo el mundo. Fue simplemente horroroso. No se podía aceptar y yo no podía aceptarlo, y durante días no podía imaginar que se había ido. Fue un shock enorme”, dijo McCartney.
El incidente por el que murió Darrell abrió el portillo a un debate sobre cuán seguros son los conciertos en la actualidad y, según un análisis de ayer en la Rolling Stone, la situación sigue siendo similar en los Estados Unidos.