Si hay algo que tiene el cantautor español Ismael Serrano es una intensa conexión con su público.
Lo anterior quedó demostrado la noche del viernes, durante el concierto que se realizó en el teatro Melico Salazar . Entre éxitos de amor y desamor, temas nuevos de su último álbum Todo empieza y todo acaba en tí , mensajes de reflexión que motivaron a luchar en contra de las adversidades, y un buen sentido del humor, el madrileño supo cómo echarse a los asistentes a la bolsa.
A las 8:08 p. m., con un teatro a oscuras y prácticamente lleno, apareció el artista acompañado de su tecladista para entonar Habrá que someter a referéndum .
En el escenario, cuatro lámparas altas y ocho velas postradas en el suelo enmarcaron una noche íntima entre el artista y su gente.
“Gracias familiares y amigos. Uno trata de escribir canciones en tiempos difíciles, hay que levantar la mirada y la esperanza. En España, de donde vengo, estamos pasando por eso. Esto va a todos los que sueñan por tiempos mejores”, fueron las primeras frases de Serrano .
Despertar , Vuelvo y Últimamente fueron piezas que siguieron. Allí, una vez que se despojó de su saco, bromeó diciendo que si la audiencia quería cantar que no desafinaran, pues la emoción los suele traicionar y molestan al compañero de butaca de al lado. “Toménselo con calma, y si van a cantar, un detalle, ¡que sea la misma canción! Porque a veces por impresionar a nuestro acompañante hacemos que nos la sabemos y miramos a los lados”, dijo el trovador para desencadenar las risas entre la asistencia.
Armado de dos guitarras acústicas y turnándolas según la pieza, Serrano aprovechó el final de cada una para afinar los acordes.
“¡Gracias!”, le gritó una dama del público, a lo que contestó: “Es la primera vez que me dan las gracias por afinar una guitarra...”, y nuevamente, el teatro “estalló” en risas.
Cuando interpretó Podría ser , recordó que en España hay un 57 % de la población menor de 25 años desempleada. “La mayoría de los jóvenes están excluidos por un sistema que no cuenta con ellos. Esta canción va dedicada a esas personas que luchan a diariamente y reclaman un protagonismo que se les arrebató”, señaló.
La noche avanzaba y continuó con Ahora y ¿Dónde estarás?
Las flechó. Con anécdotas de amor y otras nacidas en barras de bares, Serrano tenía más que satisfecha a su fanaticada. Los silencios naturales del show provocaron que algunos gritarán el nombre de la pieza que querían oír; mientras los ¡shh! de los que querían disfrutar en paz y sin interrupciones la velada también se hicieron presentes.
“En vista que no se ponen de acuerdo no cantaré ninguna de esas”, volvió a bromear Serrano.
El ibérico, de 39 años, relató su extraña relación con Internet y como un día lo mataron en el sitio de Wikipedia.
“Me sentí como Bruce Willis en Sexto sentido , además de mi atractivo natural, claro está”, vaciló.
“Componer para remover conciencias es valioso. Paradójicamente, a veces nos sentimos aislados en la era de las comunicaciones. La canción sirve para generar un lugar de encuentro, romper ese silencio con esa persona. Lo que digas cambiará el mundo o, por lo menos, ¡tu mundo!”, expresó en voz baja para dar paso a Recuerdo .
La interacción con el público fue inmediata. Las paredes del Melico escucharon frases como: “¡Excelente maestro!, “¡Te extrañábamos!”; “¡Guapo!” y “¡Te amo!”. Frases como “¡qué bárbaro!” (en alusión al físico del artista) también se dejaron escuchar.
El reloj avanzó y al concierto se le acabaron los minutos. Cantó Caperucita , Ya ves , Todo empieza y todo ababa en tí , Vértigo y Papá, cuéntame otra vez , esta última a las 10:30 p. m. Pareció que la tarea ya estaba cumplida, al momento en que Serrano y su tecladista se retiraron del escenario, pero ante la ovación regresaron para entregar No estarás sola y Vine del norte .
Volvió a despedirse, y cuando parecía que eso era todo –con las luces del teatro encendidas–, Serrano retornó para fortalecer su lazo con los ticos y cantó tres temas más. “¡Hasta siempre!”, exclamó el final, ante un público que demostró ser fiel y que lo ovacionó de pie hasta no verlo más sobre el escenario.