De pie para recibirlo y de pie para despedirlo. Así se comportó anoche, con el mexicano José José, el público que llegó al Gimnasio Nacional, en La Sabana.
El llamado p ríncipe de la canción subió al escenario a las 7:53 p. m., con un gentío que lo aplaudió y ovacionó levantándose de sus asientos tanto en la zona baja del lugar como en las graderías. Y de esa misma forma lo despidió a las 9:30 p. m., cuando el mexicano bajó del escenario aún envuelto en la música de su orquesta que daba ya los últimos sonidos de El triste , canción que el público le pidió a gritos.
José José, con una voz notablemente desmejorada, dio un espectáculo en el que logró gran conexión con el público. Fue conversador, ameno; contó anécdotas, hizo referencia a los autores de las canciones que interpreta –como Rafael Pérez Botija y Manuel Alejandro– e incluso bromeó y dedicó canciones a las parejas que se aman y a las madres.
El Gimnasio Nacional no estuvo lleno, muchos lugares quedaron vacíos, especialmente, en la zona baja, sin embargo el público no paró de gritar y de seguir al pie de la letra a José José.
El sonido fue un punto bajo en el concierto. Demasiados efectos en la voz y una amplificación bastante saturada, comandada por el mismo sonidista que traía el artista, hizo aún más difícil percibir las letras que interpretaba José José y deslució los finos arreglos que para el espectáculo en vivo tenía el concierto. Y aunque el sonido causó molestia en muchos de los asistentes, al final pudo más, en varios de ellos, la satisfacción de haber visto a José José muy bien plantado en el escenario aunque su voz ya no fuera la misma de hace años atrás.