Habían sonado tres canciones cuando el público sorprendió a Gilberto Santa Rosa con un grito de emoción. Las primeras notas de La consciencia, un clásico en el repertorio del cantante puertorriqueño, fue lo que activó al público y de inmediato, hizo que él se sonriera.
El caballero de la salsa bailó a solas por el escenario del Teatro Melico Salazar mientras una orquesta de diez músicos y tres vocalistas hacía lo mismo detrás suyo. El público estaba extasiado y cantó junto a Santa Rosa cada una de las palabras de la canción. “Ella tiene la magia de un instante de amor…”.
Santa Rosa se encuentra haciendo una gira por Latinoamérica llamada 40 años y contando, para celebrar su carrera. El viernes 22 por la noche fue su segunda presentación en el país como parte de esta gira en la que el puertorriqueño combina sus canciones con retazos de esa historia.
El público tico, como suele hacerlo, quedó enamorado por su música y ambas noches, el teatro lució lleno. La interpretación de La consciencia fue precedida por Déjate querer y un popurrí que empezó con Vino tinto, Yo no te pido y finalmente, La consciencia. El Caballero de la Salsa optó por conectar varias de sus canciones a fin empacar los clásicos que el público esperaba y sus propias favoritas.
“Les agradecemos su presencia y apoyo en estos momentos tan difíciles para mi país, Puerto Rico”, dijo Santa Rosa al finalizar La consciencia. “Queremos celebrar estos primeros 40 años de carrera y qué mejor manera de hacerlo con el público costarricense, que siempre nos ha dado la mejor hospitalidad”, agregó.
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Extenso repaso
A Gilberto Santa Rosa le sienta bien el título de caballero de la salsa por sus letras románticas, pero también por guerrero. Durante el concierto, una pantalla proyectó animaciones con material de archivo: fotos con sus primeras orquestas, imágenes de álbumes como Perspectiva –que vendió 200.000 copias en Estados Unidos– o las notas de prensa que anunciaban su presentación en el Carnegie Hall, junto a la Sinfónica de Puerto Rico, en 1996.
“Empecé cantando en las escuela a los 5 años, para tratar de impresionar a una niña. Ella nunca tuvo interés, pero esa niña me regaló una carrera”, expresó Santa Rosa. “Mi primer amor, de hecho, fue el bolero”, dijo.
Para interpretar canciones de ese género invitó a las mujeres en su orquesta a cantar al frente del escenario. La corista Michelle Brava lo acompañó en Apaga la luz, la trompetista Rebeca Zambrana cantó en el poderoso dueto Y tú y yo, y la violinista Aleja López se lució en No pensé enamorarme otra vez.
La salsa no se hizo esperar y la orquesta empezó a tocar Almas gemelas, tema que motivó a varias parejas del público a ponerse de pie y bailar, así fuera en el fondo de la luneta, para no incomodar a los otros expectadores.
La orquesta luego sorprendió tocando Derroche, una canción que Santa Rosa definió como “la noche perfecta”. Continuaron con temas como Vivir sin ella, Qué manera de quererte y luego Mentira.
“Esta canción la grabé y varias disqueras me dijeron que no servía para la radio. Y como no la pusieron en la radio, finalmente la pusieron en la televisión, en una novela que no vi pero le tengo mucho cariño: El Clon”, confesó el puertorriqueño, de nuevo mostrando que su voz es encantadora aún cuando no canta.
La melodía de Mentira cambió poco a poco y la orquesta empezó a tocar Si te dijeron. El concierto continuó con Cuenta regresiva, Amor mío no te vayas y un extenso popurrí que incluyó Sin voluntad, No quiero na’ regalao’ y Perdóname.
Para ese punto, eran decenas de parejas las que habían decidido lanzarse a bailar en la luneta y se volvieron parte del espectáculo. Cuando finalizó el popurrí muchas otras personas se pusieron de pie para aplaudir a la orquesta.
El final estaba cerca, pero el conjunto no se iba a despedir sin tocar dos clásicos de el caballero de la salsa: Que alguien me diga (en su versión balada) y Yo la agarro bajando. Cumplidas las dos horas de concierto y habiendo interpretado más de 20 temas, Gilberto Santa Rosa abandonó el escenario y el telón empezó a bajar. La orquesta continuó tocando y las parejas en la luneta continuaron el baile.
Santa Rosa demostró que aún en un teatro, su música puede despertar la pasión de los espectadores. Quizá no lo dijo abiertamente al público, pero ese grandioso final fue una promesa de que pronto estarían de nuevo en sinergia orquesta y público.