R ebobinemos la cinta de la memoria a hace dos años. El 29 de setiembre del 2012, Dave Grohl sale al escenario del Global Citizens Festival a ofrecer el último concierto de la gira de Wasting Light (2011), el sétimo disco de su banda, Foo Fighters. En media presentación dispara una primicia: ese será el último concierto del grupo en mucho tiempo.
Corren rumores de separación. Días después, la máxima efigie del rock comercial de las últimas décadas esclarece la situación: “No estoy seguro de cuándo volverá a tocar Foo Fighters. Se siente extraño decir eso, pero es bueno alejarnos por un tiempo”, escribe en una misiva a sus fans, en la que descarta una separación, pero confirma un paro momentáneo de motores.
No obstante, su legión de seguidores está bajo el supuesto de que de Grohl no se sabría nada nuevo en mucho tiempo, salvo por su proyecto más ambicioso hasta entonces –el documental Sound City , su primera producción fílmica–. Luego de más de 15 años en los que Foo Fighters se ubicó en el podio del rock alternativo más popular, vendría un intervalo sin su música.
Dos años después, hay disco nuevo, y no es cualquier disco; si la banda había subido su barra de producción con Wasting Light –al evadir métodos digitales y registrarlo de forma analógica–, el afán por reverdecer la experiencia de su música fue superior a la hora de hacer frente a la confección de Sonic Highways , su octavo álbum, a la venta a partir de esta semana.
La idea no era grabar un disco en un solo lugar, sino en diferentes ciudades, desde São Paulo hasta Johannesburgo. No obstante, eso era financieramente imposible, según declaró Grohl a la Rolling Stone de Sudáfrica. Entonces, pensaron en ciudades clave de los Estados Unidos para la producción. “Somos una banda estadounidense; no seríamos lo que somos si no fuera por estas ciudades y su música”, dijo.
Sucesión. Primero, vino un proceso de preproducción, en el 2013, en el que el quinteto –Grohl, en guitarra y voz; Taylor Hawkins, en batería; Pat Smear y Chris Shiflett, en guitarras, y Nate Mendel, en bajo– se asociaron con Butch Vig, baterista de Garbage y productor de discos como Nevermind (1991), de Nirvana, e incluso de la anterior producción de Foo Fighters.
Luego, vino la selección de las ciudades en las que se grabaría, con el número ocho como estandarte, pues es el octavo álbum de la banda, contiene ocho canciones, tiene ocho diferentes portadas (y una novena en la que se unen todas), todas con numerosos ochos sobre fotografías de las ciudades, y, por supuesto, fue registrado en ocho estudios de ocho distintas ciudades.
Sobre la selección de lugares, Grohl comentó en una entrevista con el diario The Times-Picayune : “Fue difícil escoger solo ocho ciudades en Estados Unidos que sean consideradas capitales musicales. No fuimos a Detroit porque mucho se ha dicho sobre Detroit; en cambio, fuimos a Washington D. C., lugar del cual no mucha gente conoce su historia musical. En lugar de ir a San Francisco, donde mucho se ha escrito sobre su increíble historia en la música, fuimos a Austin y hablamos sobre el nacimiento de la música psicodélica de ahí. Y lo que yo sabía sobre Nueva Orleans antes de ir fue suficiente para que quisiéramos profundizar en el lugar”.
Además de Washington, Austin y Nueva Orleans, Sonic Highways fue grabado en estudios icónicos de Chicago, Arlington, Nashville, Los Ángeles, Seattle y Nueva York; lugares de relevancia espacial para la música estadounidense y para el mismo Grohl, quien, por ejemplo, grabó el primer disco de Foo Fighters en el mismo estudio de Seattle utilizado para Sonic Highways.
“Fue complicado. Estudié la historia de cada ciudad y me decidí por ciertas temáticas. Luego revisé toda la música que había escrito en el último par de años y emparejé los temas con la música”, explicó Grohl en entrevista con Rolling Stone . Empero, el proceso creativo fue más complicado e involucró más expresiones que solo la música.
Rodaje. Sonic Highways es un concepto que rebasa el simple significado de la palabra disco. A Grohl ya no parece llamarle la atención la hazaña de simplemente encender un micrófono y grabar una colección de piezas, sino que necesita algo más para que la experiencia del público –pero especialmente la propia– tenga más bagaje.
Por ello, este nuevo álbum se condimenta con una serie documental del mismo nombre, estrenada en Estados Unidos por el canal de cable HBO, en la que se hurga en el proceso de producción del disco y la manera en la que cada ciudad recorrida transformó no solo las canciones, sino también a los seres humanos detrás de la música.
Para grabar el disco y el documental, el grupo visitó cada ciudad por una semana. En el estudio, durante el día, trabajaron en los instrumentales, y durante las noches, Grohl y el equipo de filmación salían a entrevistar a distintos personajes de las escenas que visitaron. El último día, basado en las entrevistas, Grohl escribió la letra de la canción inspirada en la ciudad, minutos antes de grabar la voz.
“En las canciones hablo sobre la relevancia regional de la música de la ciudad, la influencia cultural que hizo el sonido de la música”, cuenta el músico en la serie de HBO. “No hay forma de contar la historia de la música de una ciudad en una hora, así que tenemos que hacerlo de una forma que se relacione con la banda y que vaya del punto A al B en forma de canción”,
No obstante –y Grohl ha sido enfático con esto–, las canciones no suenan específicamente a los géneros predominantes de las ciudades, y esa fue una decisión deliberada.
“Adrede, evité asumir la personalidad musical de cada lugar. No quería ir a Chicago y hacer una canción blues ; ni a Nashville y hacer una canción country ; ni a New Orleans y hacer un tema jazz , porque somos Foo Fighters, y este es un disco de Foo Fighters”, dijo Grohl.
Por ese motivo, el músico considera que Sonic Highways es “instantáneamente reconocible” como un disco de Foo Fighters. “Hay algo más profundo y musical en el disco. Creo que estas ciudades y esta gente nos influyeron en extendernos y explorar un nuevo territorio, sin perder nuestro ‘sonido’”, alegó.
Recepción. Desde que se lanzó la campaña de expectativa del nuevo álbum (en agosto, el octavo mes del año), Sonic Highways se convirtió en uno de los lanzamientos de mayor expectativa del año.
Si bien parte del público ha escuchado dos o tres canciones del disco hasta la fecha, varios medios especializados han publicado sus impresiones en los últimos días.
NME manifestó que, como disco para complacer a las masas en un estadio, cumple. “Con ocho canciones, sin embargo, no es solo el disco más corto de Foo Fighters, sino también el más ligero”, agregó.
Por otro lado, Digital Spy considera que no alcanza la calidad que se espera de una banda de su nivel. “¿Por qué no tomar algunos riesgos?”, pregunta el portal. “Da la impresión de que Grohl y los chicos podrían escribir un disco sobre la vida sexual de los cometas y sonaría ‘reconocible como un disco de Foo Fighters’. Si el público quiere más de lo mismo, pues, acá está”.
El baterista del grupo, Taylor Hawkins, lo resume así: “Nos gusta la forma en la que nuestra banda suena, naturalmente. Yo quiero que las baterías suenen más como baterías y menos como máquinas, y por eso intentamos dejar el disco tan humanamente perfecto como fuera posible. Es tan perfecto como puede ser, lo cual no es perfecto”.