22/07/2011. Concierto de Alejandro Filio, Trovador Mexicano, en el Museo de los Nios. Foto Abelardo Fonseca (Abelardo Fonseca)
Aquel viernes 22 de julio, Esteban Salas tomó el violín y salió de San Pablo de Heredia, “por la pista”, como dice él. También, ese viernes,
Si bien Esteban supera por varias cabezas en estatura, y mucha melena a
Filio invitó a
Que
Y fue grata la sorpresa. Con la misma fuerza, el Auditorio Nacional aplaudió a
Y ya fuera en escenario, o bien, tras el negro telón, y tras las bambalinas, Salas y Mora veían cómo el mentor ejercía su oficio.
Lo veían desde que a las 8:33 p. m. apareció Filio en el escenario del Auditorio Nacional, bañado en aplausos y gritos de un público que lo ve una y otra vez, porque siempre encuentra algo nuevo en él.
No hubo canción que el público no le aplaudiera a Filio frenéticamente. Desde las primeras en su repertorio, como
A veces sentado en un banquillo alto casi escondido tras el telón,
A veces desde el camerino, y otras parándose al lado del otro joven cantor, Esteban Salas iba siguiendo también el pulso del concierto de aquel hombre al que él, hace año y medio atrás, no le dejó firmarle la guitarra. A cambio le pidió que le diera un autógrafo en una tabla que encontró tirada por ahí en La Puerta de Alcalá.
“Es que estaba nueva la guitarra. No quería que me la rayaran. Entonces me firmó en esa tabla”, recordaba Esteban Salas en el camerino. Desde ahí se podía escuchar a Filio cantando.
Por lo bajito, menos de 1.60 metros de estatura, y por el afán de andar repartiendo amor –a los demás, a la humanidad–, a Filio le venían bien un par de alitas para haber parecido aquella noche un Cupido.
Disparaba sus flechas empapadas en afectos desde dos flancos: la risa y el romance. “Los trovadores yucatecos tenemos varias características. Somos todos chaparritos, cabezones y muy guapos”, decía y sacaba risas. También las sacó cuando antes, y en medio de su canción
Al corazón lo tocaba con
Filio era aquel viernes por la noche generoso en su repertorio –por lo bajo cantó 18 canciones– pero también con su espacio. Miguel Cabrera también subió a compartir las tablas, y en
“Esto es como una reunión de amigos; estos
Apretaba el reloj su paso. Pero Filio no se marcharía sin antes hacer justicia. “Me preguntaban periodistas de Chile si yo tenía temor por lo que le había pasado a Facundo (Cabral). Les respondí: ‘Más que miedo me gana la rabia’. Hoy, aquí, más que la rabia me gana la tristeza por la ausencia de un amigo. Quiero dedicar esta canción a Facundo Cabral”. Y cantó
Tras bambalinas,