Un Teatro Nacional (TN) lleno aclamó al español Rafael Aguirre, virtuoso de la guitarra, por su magistral interpretación del conocido
Aguirre brindó una lectura vivaz, sentida y espontánea, impecable en lo técnico, y obtuvo timbres hermosos del instrumento.
Asimismo, al terminar la primera mitad, los asistentes aplaudieron con entusiasmo a los jóvenes guitarristas costarricenses David Coto, Carlos Alberto Castro, David Calderón y Eric Monge, quienes forjaron una versión desenvuelta y precisa del
En su desempeño, los jóvenes se oyeron coordinados a la vez que la sonoridad propia de cada uno combinó gratamente con las demás.
El
La función tuvo el concurso de la Orquesta de Cámara de la Universidad de Costa Rica (OC-UCR), dirigida por su titular, maestro Luis Diego Herra, que acompañaron con esmero y prontitud a los solistas en ambas piezas.
Al inicio de la función, Luis Diego Herra y la Orquesta de Cámara de la UCR interpretaron
Las dos piezas se relacionan con España.
Según Ravel, su pieza evoca una arcaica danza cortesana, de ritmo solemne, bailada por una infanta española en tiempos lejanos.
Las obras requieren una sonoridad muy distinta de la orquesta, recia y compacta en Beethoven, tenue y transparente en Ravel, y el director y el conjunto labraron un acercamiento sonoro aceptable.
Rafael Aguirre respondió generosamente con cuatro propinas a la ovación que recibió del público al finalizar el
Primero con la
La amplificación electro-acústica de las guitarras dio un sonido natural y en las piezas concertantes mantuvo un equilibrio proporcionado entre solistas y orquesta.