La música de Infibeat es particularmente sustanciosa. Conforme aumenta el repertorio de la banda, se enriquecen también la cantidad de ritmos que interpretan y las influencias de las que se apropian para su obra.
Su más reciente trabajo, el EP Ritmos Cimarrones Vol. 1 , es una muestra clara de ese crecimiento musical que el grupo no deja de adquirir. Desde Vela , el primer tema de este disco corto, se siente la versatilidad de sonidos que estos músicos son capaces de plasmar.
La variedad de ritmos confluye en dicho tema que, además, es rico en energía con un coro que en vivo tiene un poder único.
Las otras tres piezas que lo acompañan siguen por la misma línea, pero siendo una muy diferente de la siguiente. Por ese dinamismo Infibeat no cansa al oído, nunca es monótono, no se amilana, nunca baja las baterías y, principalmente, se nota que no tiene temores para componer. Hay mucho atrevimiento y eso se agradece.
En el concierto de este estreno el sexteto amplió sus filas y se presentó en un formato extendido, agregando músicos invitados en la percusión (Isaac Morera), vientos (José Elizondo) y tres coristas de lujo: Lorena Ugalde, Kumary Sawyers y Sharow Granera. Cada aditivo fue un acierto.
Además la banda contó con la participación del sólido tecladista Elijah Brueggemann, quien además produjo y mezcló el disco. Su inclusión fue atinada, en cuanto brindó grandes aportes para enriquecer el ambiente sonoro desde un instrumento que quizá Infibeat podría considerar incluir de manera permanente.
Fue evidente su total manejo del repertorio de la banda y su afán por darle frescura a los múltiples ritmos latinoamericanos y afrocaribeños.
En el grupo hay un notorio interés por el rescate de los sonidos de la región, modernizándolos y mezclándolos con sabores propios para hacerlos detonar en el estudio y el escenario. Se nota que su labor de exploración está llena de vigor y entusiasmo, como si fuera una especie de excavación profunda de ritmos y géneros.
En resumen Infibeat es una banda que se ocupa de evacuar todas sus dudas musicales y plasmarla en composiciones potentes. Hace muy bien la tarea.
El conjunto ha cambiado mucho desde sus inicios, cuando su norte parecía ser otro, con temas meramente instrumentales e incluso a veces un poco densos. En cambio, actualmente su repertorio es una fuerte descarga de energía pura y la madurez es evidente y cada vez más veloz.
La labor de Fabrizio Walker en los vocales sigue fortaleciéndose. sus líricas tiene mucho peso, cuentan historias populares y dan la sensación de alinearse de manera integrada con esa intención de rescate de los orígenes afrocaribeños que tiene el grupo; también generan crítica sin que se sienta forzada.
En cada línea instrumental el grupo también tiene mucho que decir. Las melodías del trombón de Andrés Cervilla y el saxofón de Federico Granados le dan un poder especial a cada tema y es de donde parece nacer gran parte de la adrenalina que se contagia con facilidad. El bajo de Andrés Cordero funciona como armazón y a su vez tiene un juego especial con la guitarra de Daniel Solano, también destacable como la pirotécnica batería de David Vargas.
El conjunto se escucha con gran balance y fuerza, tal y como el resultado de su último disco, el mejor que se les ha escuchado hasta el momento.