Premonitoria tal vez fue la decisión de incluir en el programa de la Sinfónica Nacional del viernes pasado una obra trágica y profundamente dolorosa como es la Pavana para cuerdas de Benjamín Gutiérrez, al lado de dos composiciones vocales de marcado carácter optimista: la Cantata Nupcial, BWV 202 de Bach y la Sinfonía-cantata Canto de alabanza de Felix Mendelssohn.
La música de Gutiérrez de 1961, que hace notoria referencia a la Pavane pour une infante défunte de Ravel, propone líneas melódicas sostenidas sobre latidos constantes al tempo de un “Andante doloroso” como representación del sufrimiento ante la muerte prematura e injustificada; en este caso la de una niña pequeña cercana al compositor.
Como de costumbre, en una pieza que se toca con mucha frecuencia en el país, la interpretación de la cuerda de la logró muy buen sonido: intenso en los clímax expresivos y delicado en los contrastes.
Cantata de Bach. Debemos agradecer al director invitado John Nelson por incluir en el programa una cantata de Bach, toda una rareza en nuestro medio, en el que es triste comprobar qué, después de que la pandereta ganara la batalla en los templos, la música sacra parece haber desaparecido del todo.
Aunque se tengan que presentar con instrumentos modernos, en vez de los originales de la época, la Sinfónica y otras instituciones deberían de hacer un esfuerzo por programar cantatas, pasiones y oratorios de Bach y sus contemporáneos y, en algún caso, invitar a músicos costarricenses que han hecho progresos en el dominio de instrumentos históricos.
La cantata BWV 202, llamada nupcial por la ocasión para la que fuera compuesta, es una de las obras maestras del género y una de las pocas sobre textos profanos que compusiera Bach. Muy conocida además por el aria inicial en la que dos líneas melódicas destinadas a la soprano y un oboe se entrelazan y dialogan con gracia e inteligencia exquisitas.
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Ambos solistas, la soprano Abigaíl Santos y el oboísta Jorge Rodríguez, estuvieron a la altura de esta famosa partitura.
Sin embargo el tempo elegido me pareció demasiado rápido para lograr transmitir la paz espiritual y gozo íntimo que le son esenciales. Sospecho en este sentido la intervención del director Nelson, a quien le noto cada vez más una gestualidad tensa y demasiado nerviosa.
Obra coral. El programa de mano que ofrece la Sinfónica, que insisto debería de ser más cuidadoso, no deja comprender que el Lobgesang (Canto de alabanza) de Mendelssohn es una sinfonía en toda regla en sus tres primeros movimientos, en los que, aunque que se tocan sin interrupción, podemos descubrir los elementos formales de la sinfonía clásica, a la que en lugar de un cuarto movimiento el compositor agrega una extensa cantata.
Con el antecedente de la Novena de Beethoven no nos debe extrañar la combinación de géneros, qué en el periodo romántico comprende valses vocales, canciones sin palabras, poemas sonoros e incluso algún requiem profano. Todo lo cual gira alrededor de la búsqueda del ideal del arte total wagneriano.
Una buena interpretación de la parte instrumental incluyó apropiadas intervenciones de los trombones en el motivo conductor de la pieza, lo cual es una especie de anticipación de la sonoridad coral que domina el final, gracias a este instrumento que antes de llegar a la orquesta sinfónica se empleaba exclusivamente en el acompañamiento de coros y música religiosa.
En el allegretto , no obstante, la batuta de Nelson no pudo conectar los motivos que en forma de diálogo entretejen el fraseo de gran vuelo romántico, característico de Mendelssohn.
Coro Sinfónico. La participación del Coro Sinfónico mostró corrección en el fraseo y buena preparación por parte de su
directora Marcela Lizano, pero por la mala acústica sonó forzado en los momentos intensos y débil, veces casi inaudible, en los lugares delicados, que son especialmente importantes en una obra que utiliza como referente estético el lied alemán, género vocal de cámara por excelencia.
Especialmente bien lograda estuvo la ejecución a capela del coral luterano Nun danket alle Gott ( Demos todos gracias a Dios ) que resume todo el significado de la partitura.
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Ante la gran cantidad de espacios vacíos en la luneta y tomando en cuenta la endémica incapacidad de nuestros burócratas para dotar al teatro de una concha acústica, pensé que hubiera sido una buena idea sentar al coro entre el público. Así tal vez los maravillosos detalles de esta música no se hubieran perdido irremediablemente.
Ficha:
Orquesta Sinfónica Nacional
Coro Sinfónico
XI Concierto de Temporada
Viernes 13 de noviembre, 2015
Teatro Nacional, 8:00 pm
John Nelson, director invitado
Marcela Lizano, directora del coro
Abigail Santos, María Marta López y Timothy Bentch, solistas