Los cerca de 50 integrantes del Café Chorale comparten el gusto por cantar en grupo, aunque provienen de campos tan distintos como el derecho, la medicina, la psicología y la pintura.
Cada uno sabe que los martes y los jueves por la noche son sagrados, porque son días de ensayo. Además, cuando se acercan conciertos, tienen que agregar los sábados a los ensayos.
Sin embargo, lejos de verlo como un gran sacrificio, ellos saben que es lo necesario para lograr un buen nivel de excelencia, que es lo que buscan. De eso da fe Lucía Aguilar, microbióloga con cinco años de estar en el grupo.
“No es tanto el sacrificio. Lo que hago es acomodarme: en lugar de comenzar a ver pacientes a las 7 a. m., comienzo el día a las 6 a. m.. Mis hijos también son músicos y entienden”, detalló Aguilar.
Otro que conoce bien lo importante que es ordenar sus compromisos profesionales para cumplir con el coro es Valentín Barrantes. Este abogado, con 13 años de estar bajo las órdenes de David Ramírez, ha hecho de todo.
“Cuando nos vamos de gira tomo medidas con tiempo. Dejo mis asuntos legales en manos de un abogado de confianza, les informo con tiempo a mis clientes para que sepan que quedan en manos de gente de confianza. Además, como son actividades declaradas de interés cultural, solicito que se posterguen audiencias en los tribunales, hasta que regrese”, comentó Barrantes.
Luis López, funcionario de la Contraloría General de la República, explicó que todo es asunto de disciplina. Él lleva más de 20 años cantando en coros y 10 con el Café Chorale.
En la universidad, él acomodaba sus horarios para que no chocaran con los ensayos. Ahora, en el campo profesional, trata de hacer lo mismo.
Estos cantantes coinciden en que el deleite que les da la música lo paga todo. Gilberto Aquino, miembro fundador del coro, da fe de eso. Él prefiere ir a un ensayo de la agrupación que participar en la inauguración de una exposición colectiva, en que se muestre alguna de sus pinturas.