El drama alrededor del premio Nobel de literatura de este año podría haber llegado a su conclusión la noche del sábado, cuando Azita Raji —la embajadora de Estados Unidos en Suecia— leyó el discurso de aceptación de Bob Dylan.
El emblemático artista musical actuó muy diferente a la mayoría de poseedores del premio, y al principio ni siquiera se refirió públicamente al asunto, como quien no quería la cosa.
Luego agradeció a la Academia sueca y dijo que iría a Suecia a recibir el premio, pero se desdijo y debido a “compromisos” previamente adquiridos alegó que no podría participar en la ceremonia, por lo que envió su discurso para que la embajadora lo leyera al final de la gala.
“Lamento que no puedo estar con ustedes en persona, pero por favor sepan que estoy casi con ustedes en espíritu y estoy honrado de recibir un premio tan prestigioso”, comenzó el texto de Dylan. “Es algo que nunca pude imaginar o ver venir”.
El músico y cantante estadounidense alabó la influencia que genios de la literatura —como Albert Camus, Thomas Mann y Ernest Hemmingway— tuvieron en su vida y en su carrera, y no encontró las palabras para explicar el sentimiento que le genera unirse a la misma lista que ellos.
“Si alguien me hubiera dicho que tenía el más ínfimo chance de ganar un premio Nobel, yo hubiera pensado que tenía las mismas probabilidades de caminar sobre la Luna”, agregó en su discurso.
Quizá el punto más alto de su aceptación fue que comparó su situación con la de William Shakespeare, pues Dylan considera que Shakespeare no pensaba en su trabajo como literatura, sino que se veía a sí mismo como dramaturgo. Sus textos tenían sentido en las tablas, en las obras de teatro y en las cuerdas vocales, “no leyéndolos”, a su parecer.
“Me animaría a apostar que el último pensamiento en la cabeza de Shakespeare era que si lo que estaba haciendo era literatura”, dijo Dylan, respondiendo así a las críticas que se le hicieron a la Academia por escoger a un músico para el premio de literatura.
“He grabado decenas de discos y he tocado miles de conciertos en todo el mundo, pero son mis canciones las que están en el centro vital de casi todo lo que hago”, manifestó el artista. “Las canciones han encontrado lugar en las vidas de muchas personas en diferentes culturas y estoy agradecido por eso”.
Dylan concluyó revelando que, en lugar de andarse preguntando si sus canciones son literatura, él está muy ocupado resolviendo aspectos mundanos de la vida, como dónde grabar sus discos, cuáles son los mejores músicos para sus conciertos y si todos están tocando la nota correcta.
“Ni una sola vez me he preguntado si mis canciones son literatura, por lo que le agradezco a la Academia sueca tanto por tomarse el tiempo para considerar esa pregunta y, eventualmente, por proveer una respuesta tan magnífica”, concluyó Dylan.