Hace poco menos de cinco años, en una entrevista para el El País, le preguntaron a B.B. King que si algún día se jubilaría: “¿Jubilarme? Todo el mundo lo hace alguna vez. Yo solo lo haré cuando me llame el de arriba. Ya no toco tanto como antes, cuando hacía 300 conciertos al año, pero algún día todos tenemos que parar”.
Y así fue. Riley B. King (nacido en 1925) mantuvo una carrera en la música durante casi siete décadas, y no fue sino hasta octubre del 2014 cuando se alejó de los escenarios, aunque en el fondo mantenía la esperanza de volver. Sin embargo, el llamado del “de arriba” entró antes, recordándonos que, en efecto, algún día todos nos vemos obligados a frenar.
Desde octubre sus afecciones estuvieron presentes, por lo que necesitó cooperación médica en varias ocasiones. La diabetes llegó a su vida hace 20 años y fue parte de sus problemas hasta el último de sus días: durante los meses recientes, la deshidratación y la hipertensión arterial lo obligaron a hospitalizarse dos veces.
Nada mejoró. King se mantuvo en vigilancia médica en su hogar, en Las Vegas, Nevada, Estados Unidos. Según sus familiares, sus últimos soles estuvieron colmados de quietud. 14 jornadas pasaron desde el primer día de mayo –cuando se internó en casa– hasta la noche en la que murió, el jueves pasado, a las 9:40 p. m.
Faltaban cuatro meses para que cumpliera 90 años, pero de todas formas esa magnífica hazaña de la longevidad se ve diminuta a la par de su colección de logros en vida. Fue uno de los reyes del blues, y como tal tendrá una existencia tan dilatada que su luz no se apagará incluso en la tumba.
Es sencillo: ¡Larga vida al rey!
Las cuerdas. Intentar explicar el impacto de B.B. King en la música y en la cultura popular de las últimas décadas tendría mayor cabida en una antología. Como manifestó Santos Gassiebayle (de Santos&Zurdo), solo como guitarrista fue “todo un capítulo en la historia de la guitarra”.
El músico pudo ver varios conciertos de King en su natal Argentina, y desde entonces lo ha acompañado el asombro. “Su estilo es digno de análisis para todos los que aspiramos a ser guitarristas de blues o de fusión. Su uso de la escala pentatónica, su swing y el tono de su guitarra probablemente son las tres cosas más icónicas de su forma de tocar”, afirmó ayer Gassiebayle.
Tal fue su huella en el mundo de la guitarra eléctrica que, en un artículo publicado ayer en la edición web de The Guardian, el escritor Charles Shaar Murray comentó que es imposible imaginar cómo tocarían leyendas como Jimi Hendrix, Eric Claptopn, Buddy Guy o Stevie Ray Vaughan si King no hubiese existido.
Naturalmente, al ser un genio del blues su influencia también fue notable en el rock. Su estilo y poderío artístico fue tan monumental que la marca Gibson le hizo decenas de guitarras a la medida, y a todas las llamó Lucille. Decía King que primero cantaba él y después empezaba a cantar ella.
Otro entusiasta del blues, Aarón Retana (guitarrista de la Orquesta Filarmónica de Costa Rica), considera que King fue un músico tan original que inspiró a todos los guitarristas eléctricos de la década de 1950 para acá, directa o indirectamente. Es imposible escapar de su legado, o tan siquiera intentar calcularlo.
“Lo más importante que rescato de su carrera fue su estilo de tocar, componer y cantar, porque aparte de ser un excelente guitarrista mucha gente lo admira mucho más como cantante”, comentó Retana tras su muerte.
El músico mexicano Alejandro Cardona, guitarrista de la agrupación local Calacas Blues, estima que no se puede entender la historia del blues eléctrico sin pasar por la referencia de King.
“Los tres aspectos más importantes son su forma tan elocuente de tocar los requintos, casi como si estuviera platicando con uno, así hacía los solos... A nivel de vibrato hay ciertas cuestiones muy particulares de él, porque hizo un puente entre T-Bone Walker y guitarristas un poco más jóvenes como Buddy Guy; lo otro muy particular es la manera también tan elocuente en que mezcló lo cantado y tuvo gran influencia en muchos guitarristas que también cantan”, alegó Cardona.
43 discos en estudio, 16 álbumes en vivo y 138 sencillos forman parte de la monstruosa discografía del genio, cuya repercusión no fue solamente en el blues y en el rock, sino en numerosos géneros y tipos de artistas desde la segunda mitad del siglo XX.
Musa global. Es sabido que el rock, y en menor parte el blues, históricamente han tenido gran cabida en la música tica, por lo que la noticia de la defunción de King suscitó emotivas reacciones en el gremio de la música local, así como en el resto del planeta.
“Él era diabético desde hace muchos años, y cuando me di cuenta, como soy diabético, encontré inspiración y motivación en que él seguía (tocando) como si nada”, comentó Federico Miranda, guitarrista de Gandhi.
“Creo que su influencia es sobre toda la guitarra del planeta, porque fue una voz tan única que aunque no haya influenciado directamente por algún lado, influyó por el vibrato o las notas o la manera tan simple de tener tanta alma en la música”, agregó.
El músico Eric Clapton, quien con su banda Cream y con su trabajo en solitario le dio seguimiento a los aportes de King, expresó su tristeza tras la noticia, y también le agradeció: “Quiero darle las gracias por toda la inspiración y el aliento que me dio como intérprete a lo largo de los años”.
“No quedan muchos que toquen de la forma pura en que lo hizo B.B.”, afirmó Clapton. Sus palabras las secundó Gassiebayle: “No hay una nueva camada que pueda reemplazarlo. Lo bueno es que nos deja una amplia discografía para poder seguirlo disfrutando. En cierta forma es inmortal”.
Desde Gene Simmons hasta Justin Timberlake, pasando por John Mayer y Lenny Kravitz, las palabras de agradecimiento a King fueron las más ayer en Internet, y no es para menos: el músico le ofreció la mano a cuanto colega se lo solicitara, y así como nunca realmente se jubiló de los escenarios, nunca dejó de ser una de las almas solidarias de la música.
“Queda el legado, y lo importante es que es un legado inmortal. Incluso, cuando la humanidad se acabe alguna grabación de King va a andar en algún satélite en el espacio”, auguró ayer Javier Arce, cantante de la banda costarricense de fusión Cocofunka.
Para Cardona, es así: “No hay forma de confundir su estilo. Encontrar esa voz tan original es una gran lección para cualquier músico de cualquier género”.