Cuando el escritor Vicente Sáenz apuntó su revólver estaba ofuscado pero decidido: apretó tres veces el gatillo y el pesado cuerpo de Herbert Knohr cayó en el piso de su propio despacho, en plena avenida Segunda, a las 10:30 de la mañana del 12 de mayo de 1939. No fue un asalto ni una casualidad; el cuerpo yacente sangraba abundantemente, y, pocos minutos después, toda la ciudad ya se había enterado de este inusual hecho.
La pregunta más repetida era acerca del móvil que empujó a Vicente Sáenz a tan temerario acto; el escritor no opuso resistencia a su detención mientras Knohr era conducido en ambulancia a la Clínica Bíblica, de San José, donde pudo sobrevivir a la balas.
Las dudas no podían ser más persistentes entre quienes trataban de explicarse un hecho así, ocurrido a la luz del día entre dos conocidas personalidades de la alta sociedad josefina.
La prensa local dedicó todas las portadas del día siguiente a reseñar tan inusual suceso.
Razones políticas surgieron como primera explicación: Knohr era el líder del movimiento nacista de Costa Rica y, claro, era bien conocida su admiración por Hitler, quien reinaba en Alemania.
Por su parte, fundador del Partido Socialista Costarricense en 1935, Vicente Sáenz venía llegando de España, en cuya cruenta guerra civil se alinearía en el bando republicano, escribiendo y debatiendo contra las fuerzas de Francisco Franco, apoyadas por la agresiva Alemania de Hitler
Se sabía también que un hijo de Knohr había muerto en España luchando en una legión de jóvenes germanos que defendían a Franco.
Además, Sáenz había dejado clara huella de su leal filiación republicana editando, en Nueva York un año antes, un libro de amplia circulación continental titulado España heroica.
Sin embargo, pronto hubo de descartarse algún posible motivo político, a pesar de lo evidente y opuesto de sus posiciones, cuando el nombre de una dama apareció en la escena del conflicto.
Sáenz había hecho circular una carta en la cual denunciaba que, durante su ausencia del país, Herbert Knohr había cortejado desvergonzadamente a su bella esposa, una señora de no menos encumbrada posición social.
Aquí ardió Troya, y todo el mundo tomó partido, pero la justicia –poco sensible ante asuntos sentimentales– acusó a Sáenz de homicidio frustrado, y el proceso siguió un complejo curso. Esto es apenas el inicio.
El historiador e investigador literario Mario Oliva Medina, de la Universidad Nacional, encontró el expediente original de este caso en recónditos anaqueles del Archivo Nacional.
Armando las parte de ese rompecabezas, y completando las que faltaban con cartas, entrevistas, recortes periodísticos e informes, Oliva compuso una relación que tiene el morboso atractivo de una novela pasional, pero sin faltar un punto a la verdad de los documentos, propia del historiador profesional.
Ese procedimiento lo explica y lo alaba Rodrigo Quesada Monge, el autor del magnífico prólogo que abre este libro. Según sus palabras, “con esta obra histórica, Mario Oliva ha logrado algo excepcional y, al mismo tiempo, extraño en nuestro medio intelectual: recuperó el lado más humano, trágico, dramático y existencial de la figura de Vicente Sáenz. Pudo haber escrito una novela magnífica. Pudo haber escrito un dramático monólogo para el teatro costarricense. Pero decidió dejar que los documentos hablaran por sí solos”.
El libro de Mario Oliva es el tomo II de una serie de seis que comprenden las obras completas de Vicente Sáenz, a saber: el tomo I es una colección de estudios sobre Sáenz presentada por Gilberto Lopes, editor general, y en la que se incluyen estudios de Walter Antillón e Iván Molina Jiménez, entre otros.
El tomo III presenta Rompiendo cadenas. Las del imperialismo norteamericano en Centro América ; el IV, Traidores y déspotas de Centro América; el tomo V incluye El grito de Dolores y otros ensayos, y cierra la colección el tomo VI dedicado a España heroica.
Por medio de esta impecable y elegante edición, la agrupación Editoriales Universitarias Públicas Costarricenses ha hecho una sólida contribución a la difusión de la obra de uno de los más grandes pensadores y ensayistas del país.