Lo mejor hubiera sido que este libro nunca fuera escrito. No obstante, como escribió Joan Didion ante la muerte de su esposo, la pena es un sitio que ninguno de nosotros conoce hasta que lo alcanza. Ante la partida de un hijo, ¿cómo caminar a través de tal lugar? Para el novelista Guillermo Fernández , la guía fue la literatura.
Te busco en las tinieblas (Uruk, 2015), la más reciente obra del poeta y narrador, es una confrontación con el duelo enraizada en la ficción. No es una novela fácil; de hecho, aspira a ser una gran duda. En ella, Joaquín se adentra en la oscuridad cuando su hijo, un joven aficionado al heavy metal , fallece tras un atropello.
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“Hay un viaje al subterráneo, al túnel, ese famoso túnel del que se habla con respecto a estos procesos, así como un enfrentamiento con las grandes preguntas de la existencia”, dice Fernández. “El personaje trata de hallar un consuelo en su círculo... parientes, grupos de mutua ayuda, encuentros eróticos casuales, todo, para sobrellevar la angustia que produce algo así”, añade.
‘Es la elaboración pesada, aguda, de algo aconteció en mi vida en a finales del 2012. No hubiera querido escribir el libro para nada. Es algo que tomé para enfrentar un estado límite como llaman los existencialistas que jamás creí que me fuera a suceder a mí. No estuve preparado para una situación semejante’, señaló el autor.
Una y otra vez, el protagonista choca con la imposibilidad de responderse por qué. “Por más que se busquen grupos de ayuda y por más que se trate de elaborar sobre lo sucedido, a través incluso de un sentido religioso, el personaje no se da por satisfecho”, explica el autor. “Es un testimonio para aquellos que se van a sentir acompañados con esas faltas de respuesta”.
Rabiosa, densa y ágil con el lenguaje, la novela se adentra en lo complejo a sabiendas que no saldrá con respuestas claras. “Así le encuentro un sentido a la literatura por primera vez en mi vida. Me sirvió para darle un sentido al sinsentido, a la falta de significado de lo que me sucedió. Por primera vez, encuentro que la literatura es, de alguna manera, un bastión, una defensa, la voz que se nos concede para, por lo menos, berrear, para estar en desacuerdo, para decir lo que nos da la gana”, afirma Fernández.
La vida se termina ahí, en el golpe de frente con el fin de otra persona. Uno sigue vivo, pero transformado. “Es esa sensación de que tu vida también acabó con quien se fue, pero tenés que empezar a vivir. Moriste con quien se fue y tenés que empezar a estructurar tu vida, a alentar un soplo de energía en tu existencia –incluso con una visión desafiante, con una energía que viene del mismo pesimismo–”, afirma Fernández.
Es decir: de la rabia, de la falta de respuestas, se debe tender un puente hacia una nueva vida, ensonbrencida por la muerte, teñida de ella irremediablemente. “No hay una resignación en ningún momento. Hay una actitud de cuestionamiento total y eso es lo que me ha permitido sobrevivir al shock. El cuestionamiento es algo que me ha producido vitalidad. ¿Cómo es posible que una sed de explicación que no llega sea el fundamento para empezar a sobrevivir? No lo sé”, ahonda.
Fernández no ha temido confrontar los grandes temas humanos en novelas previas. Una y otra vez, sus narraciones asaltan de frente dudas morales, cuestionamientos existenciales, violencia descarnada, injusticia. No se conforma con especies menores en la caza. Sin embargo, en Te busco en las tinieblas aborda por primera vez la más grande: él mismo, como autor, como humano. “Se me desató una gran resistencia para escribir la novela porque no quería presentar esa desnudez, esa vulnerabilidad ante los lectores. No quería mostrar eso que, para mí, era inadmisible que estuviera sucediendo. Tal vez nunca pensé en lectores... Pensaba en cómo exponerme los hechos ante mí mismo los hechos elaborados literariamente y que, con el condimento de cierta ficción, me produjeran un cierto consuelo. El exponerme frente a mí los hechos y con cierta ficción donde prima el viaje lírico, como algunos regresos al pasado, todo eso me estremece”, explica.
En la novela, Joaquín aborda su viaje a través de su vida actual, pero también “habla” con parientes muertos, con amigos de infancia, con otros periodos de su vida que, en retrospectiva, parecían hablarle de la muerte del presente. “Trato de suplir lo que en la realidad no encuentro, voces que me ayuden a dialogar en esa soledad. Eran voces que se presentaron y con las que me servía conversar”, dice.
Esa sed de explicación, sin embargo, resultó ser la chispa para seguir adelante. “Convivo ahora con eso. Simplemente, hago de la pérdida una forma de vivir que me permita seguir en el camino”. En el libro, Joaquín lo intenta hurgando en la oscuridad; con él, los lectores hallamos destellos de una u otra luz para guiarnos.
La novela se presentará durante el II Congreso Internacional de Literatura Comparada este jueves, de 5:45 p. m. a 7 p. m., en la Sala Joaquín Gutiérrez de la Facultad de Letras de la Universidad de Costa Rica. Participarán Ruth Cubillo, Alí Víquez y Jorge Méndez-Limbrick.