El comediante Will Ferrell apareció en una fiesta de seguidores del equipo de fútbol de Estados Unidos en Brasil, la semana pasada.
Fue presentado como un jugador sustituto. “No les voy a mentir: no estoy en mi mejor condición física”, advirtió el comediante de cara al partido entre la selección de su país y Alemania, el próximo jueves, e inmediatamente agregó: “Pero morderé al oponente, morderé a cada jugador alemán”.
Esa es una faceta de Will Ferrell: el tipo que le hace porras a su país mientras suelta un comentario estúpido. Uno lo imagina corriendo por el campo, como un Luis Suárez enloquecido, poniendo sus dentelladas al servicio del equipo.
“Hay algo acerca Will que es tan completamente estadounidense”, dijo Tina Fey, su antigua colega en Saturday Night Live ( SNL ), en una entrevista para Rolling Stone . La “americanidad” es una nota recurrente en las descripciones sobre el actor: destila esencia gringa.
Sin embargo, el artista tiene otra faceta. Bajo la bobería de sus filmes, bajo esa mente absolutamente en blanco que proyecta en la pantalla, vive una brillantez de retrato social. Ferrell es el comediante que parece hacer ningún esfuerzo en parecer “superamericano” y, al mismo tiempo, como un artista que quiere ver que las cosas cambien en su país.
El subversivo. Uno repasa la filmografía de este actor de casi 47 años y, además de las gracias absurdas, es imposible no encontrarse con la controversia política.
La pasmosa inocencia y bobaliconería con la que retrató durante años al expresidente George W. Bush en SNL quedará como uno de los aportes más importantes del actor. En este mismo estilo, en la película del 2006, Talladega Nights: The Ballad of Ricky Bobby , el comediante hace una caricatura de las carreras Nascar y, de paso, de las comunidades blancas conservadoras del sur de los Estados Unidos.
El sustrato machista sin maquillajes fue primero satirizado por Ferrell en la comedia situada en los 70 Anchormen: The Legend of Ron Burgundy , y luego en su secuela que salió a cartelera el año pasado. Ahí, el protagonista lucha estúpidamente contra la avanzada de las luchas feministas de la época.
En Casa de mi padre (2012), una sátira a una narconovela latinoamericana, Ferrel interpreta al hijo del actor Pedro Armendáriz. Es absurdo que un hijo de hacendado mexicano sea interpretado por el más gringo de los comediantes sin dar explicación; pero claro, ahí está la gracia y la subversión.
Algunos, incluso han visto el mayor mensaje político de un personaje de Ferrel en la más reciente película de The Lego Movie , en donde el actor interpreta la voz del villano President Business.
Luego de la crisis económica del 2008, la sátira a los grandes capitales llegó a la colección del comediante. “Por más de una década, Ferrell ha protagonizado películas tontas, con una complejidad política sorprendente”, afirma una semblanza de su trabajo en The Atlantic.
Él es el artista que ama los Estados Unidos, pero también, el que lo quiere ver cambiar.