Las sillas ubicadas en el Palacio de los Deportes, en Heredia, apenas comenzaban a albergar sus primeros “huéspedes”. En medio de esa marejada blanca, que se entremezclaban con tutús de color rosado y camisas de cuadros, se vislumbraba una pequeña cabeza que lograba sobrepasar un respaldar.
Ante la curiosidad de saber quién era esa personita que no paraba de mirar de un lado a otro, me acerqué: se trataba de un niño que no podía tener más de dos años.
“Él se llama Agustín, tiene solo un año y siete meses. Ahí donde lo ve, le puedo garantizar que disfrutará el espectáculo de principio a fin, pues ama a George, el hermano menor de Peppa”, se apresura a decir Luis Lizano, el padre del pequeño.
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Su mirada inquieta se convirtió en las palabras necesarias para entender la emoción que sentía. Agustín, que a su corta edad está acostumbrado a ir al cine y a otros espectáculos masivos, no perdió detalle alguno de sus personajes favoritos.
Y es que no podía ser diferente, pues si algo caracteriza al espectáculo Peppa Pig, La búsqueda del tesoro , que se presentó ayer y continúa con dos shows este domingo, es el gran colorido y dinamismo con el que se desarrolla a lo largo de hora y media.
Es inevitable que, tanto adultos como niños, acepten la invitación hecha por Peppa y sus amigos de ir tras la aventura. Sus pegajosas canciones y coreografías los lleva por un recorrido en medio del bosque, la montaña y el mar, todo bajo el aprendizaje de las especies que allí habitan.
Precisamente, ese es uno de los puntos fuertes del espectáculo, que los niños aprenden y se divierten al mismo tiempo, como sucedió cuando especies marinas –en colores neón– invadieron a lo largo y ancho del escenario.
“Espectáculos como este nos unen muchísimo como familia, así que es importante que existan personajes como Peppa, que nos permiten disfrutar a niños y adultos por igual”, expresó el periodista de Teletica, Nilsen Buján, junto a su esposa Jessica Alpizar.
Su hija Christine, de tres años, no paró de bailar y celebrar cada uno de los logros de Peppa Pig. Las luces rojas que iluminaban sus tenis no paraban de encenderse ante la inagotable energía de sus encantadora dueña.
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A tan solo unos metros más atrás, María Fernanda Loría cantaba y aplaudía junto a Sofía, su pequeña de cuatro años. Tanto madre como hija, admiran este personaje, pues les ha permitido pasar más calidad de tiempo.
“Siempre tratamos de ver el programa antes de irnos a dormir. Me gusta mucho hacer eso, porque las dos aprendemos y reímos juntas, lo que fortalece nuestra relación”, afirmó, mientras se acomodaba su sombrero en forma de Peppa Pig.
La primera visita de esta carismática cerdita a Costa Rica reveló el tesoro más valioso que se puede tener: el amor y la capacidad de nunca dejar de sorprendernos en la vida, sin importar la edad que se tenga.