Atrás quedó Edgar Silva indicando con enjundia que Buen Día era una casa de verdad, sin engaños. Queda claro que no importa el lugar sino el contenido.
El programa fue llevado a exteriores para dar una experiencia de cambio a la audiencia, pero no necesariamente es una ventaja ¿Qué pasará cuando empiece a llover y haya que pasarlo adentro?
La novedad no es tan perenne.
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El precio de no planificar. Parece que existe una endemia en la televisión nacional: la no planificación. Sin importar los movimientos que se hagan de presentadores para un lado y programas para otro, la oferta termina siendo siempre similar.
No existe planificación en los ciclos de renovación de personajes o de espacios, su transformación se da de manera reactiva y correctiva. Por esto Buen Día salió del aire; por esa misma razón sus nuevos presentadores son del mismo pote.
La planificación con revisiones definidas daría muchísimo potencial a las propuestas serias de la televisión nacional. Sumando una cantera real donde se prepare a quienes serán los rostros de los formatos, los canales podrían anticipar los tiempos de cambio. Toda vez que los gustos de la audiencia son variables, estar listos es una necesidad.
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Adaptación. Sobre esa necesidad, es importante mencionar que Viviana y Nancy deben estar a tono con el programa. Tienen bagaje en programas donde la improvisación es la destreza, no así en Buen día, donde la estructura se basa en la relevancia de la información.
Deben controlar la fraternal interacción entre ellas pues muestran aspectos íntimos poco convenientes de cara a la audiencia, como por ejemplo llamarse con apodos de su esfera privada.
Participación comedida. La personalidad de Viviana en ocasiones compite con los contenidos. Durante la demostración de Pole Dancing -interesante e instructiva-, ella intentó encajar su comicidad, llevando la demostración a un terreno de actitud y mímica, manejable para ella pero fútil para la audiencia. Desarrollar la conversación es relevante para la naturaleza verbal del formato.
Contenido. Hay notas de personajes bien realizadas con el oficio y carisma de Omar; aunque es curiosa la proliferación en este estilo en Teletica desde hace unos meses en otros espacios y todo se llega a percibir muy similar.
Por mucho la sección de cocina ha sido la más consistente de todo el programa. Deborah Azevedo es muy buena ficha y ponerle compañía diaria redunda en algo positivo para la interacción.
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Tratamiento. Dentro del buen oficio, la mezcla de ficción y teatro es poco creíble, poco serio.
La dramatización es un recurso aceptable, pero no con el tratamiento mostrado que resulta incluso teatralmente ridículo y poco informativo, curiosidad no muy a tono con el programa. Da gusto ver recursos variados, ojalá más dirigidos y orientados a la información y no al chiste.
Buen Día es un programa con oficio. Es de los espacios donde se nota el capital humano en producción con que cuenta Teletica pudiendo desarrollar una propuesta estructurada y formal en sus partes. Es importante que este valor de producción, que sin mezquindades es alto en la propuesta, sea cónsono con los presentadores y las informaciones. Es decir, aprovechar esa estructura sólida en producción para avanzar en otros rubros mencionados, tener gente a tono con la necesidad del espacio y prestar un servicio más planificado a la audiencia pues las medidas reactivas parecen ser una manera de “sacar agua del bote”.
Ojalá pueda ver el espacio si no lo ha visto, comparar este relanzamiento y cotejar su opinión con estos argumentos.