Cuestionarse sobre qué quería hacer en la vida –consciente de que eso no era pasar el resto de sus días encerrado en una oficina– fue, a la postre, la razón que embarcó a Carlos Álvarez en un viaje por la televisión que apenas comienza.
Además de ser una de las voces del programa radial
Aunque sigue pulseándola –consciente de que pertenece a una industria en la que un día se puede estar arriba y al siguiente tocando fondo–, ser el gordillo vacilón dejó de ser un calificativo para él.
Buena parte de su reinvención vino con cambios en su aspecto físico, que ahora es más atlético y que se hizo evidente cuando participó en
Con ese logro puso fin a las bromas sobre su tiesura al bailar, chota que le endosaron cuando participó en la primera versión del
El fin y principio de año fueron testigos de ese refrescamiento del locutor, quien estuvo presente en la televisión durante
Durante estos días, también estará presente en las transmisiones del
En medio de las carreras entre su trabajo en Omega y en Teletica, el conductor sacó una mañana para hablar con
“Siempre he tratado de presentarle a la gente una oferta original. Buena o mala, pero que me identifiquen como Carlos Álvarez, no el reemplazo de nadie”, asegura.
Álvarez no ha quitado el dedo del renglón en cuanto a dejar claro que en
“Nunca me consideré un reemplazo, lo tengo muy claro. El que escoge parecerse a alguien o servir de reemplazo, se equivoca, porque eso es lo que siempre va a proyectar”, son las palabras con las que él le pone fin al tema de Édgar Silva.
La transición entre ser la voz en
“Esa fue la oportunidad de demostrar lo que había aprendido, vino el chaparrón correspondiente, pero hubo cosas que comencé a aprender, en la única parte en que se aprende en la vida: en el terreno de juego, en el escenario de mi vida. Tuve que escuchar las voces del odio, que a veces gritan más que las de la caridad”, recuerda.
“Creo que escogí el momento correcto para dar el siguiente paso (en la televisión), para que ese paso fuera lo más responsable posible”, añade el locutor.
Antes de
“(En
Eso sí, siempre se daba sus escapadas a El Tobogán, no para bailar sino para ver a los demás hacerlo.
“Aunque desde chiquillo yo siempre quise bailar en los bailes típicos de la escuela, siempre era el orador. Siempre supe que lo mío no era el baile”, recuerda Álvarez.
Gracias a que adoptó un nuevo estilo de vida perdió casi 30 libras y logró quitarse los dolores de rodilla y cuanto mal cargaba con él.
“Cuando comienzas a ver los rostros de personas sorprendidas (por el cambio en su físico) y te dicen que sos otro, uno se pone a pensar en lo mal que estaba antes”, analiza el presentador.
“Después del primer
“Cuando me volvieron a llamar a
“Cuando entré a
Ahora es consciente de que la percepción que se tiene de él ha cambiado, tras demostrar en la pista que dejó la “tiesura”. Incluso, se ha ganado un buen número de admiradoras, aunque su pegue siempre ha sido con las señoras.
“Galán no soy, galán Mauricio Hoffman, Greivin Morgan, y otros muchachos. En la calle me dicen que si soy hermano de Carlos Álvarez y otros me preguntan: ‘¿usted es Carlos Álvarez?, ay tan viejo que se ve en la televisión’; pero me encanta que la gente sea tan auténtica”, comenta entre risas.
“Yo siempre he tenido un
Esas últimas palabras dan pie a una nueva pregunta, que abre otra faceta en la vida de Carlos Álvarez: la de esposo y padre.
De la primera, dice que su esposa es la luz de su vida. “Tengo el regalo maravilloso de mi esposa, vamos para ocho años de casados, con una relación de casi de 14 años, ella es el punto fundamental de mi vida para darme equilibrio. Es mi consejera, mi amiga, mi
Sobre sus hijos –fruto de su primer matrimonio con la periodista Vivian Quesada–, las cosas no son tan perfectas, aunque Carlos Álvarez maneja el tema con soltura.
“Lamentablemente, mi relación con mis hijos es bastante distante, aunque son lo mejor que me ha pasado en la vida”, expresa.
“Si de algo me arrepiento en la vida es de la manera en que traje a mis hijos al mundo, porque ellos merecían nacer en un entorno de familia, en donde la mamá y el papá tuvieran muy claro que se querían. Yo, tristemente, no hice eso”, dice el conductor, quien espera que cuando sus hijos Carlos, de 17 años, y Daniel, de 14 años, cumplan la mayoría de edad, la relación mejore.
Ese, junto con otros proyectos, como tener un programa de variedades y continuar en la radio, son los planes que tiene a futuro.
Según relata, algún día le gustaría tener un programa de entrevistados, que le permita desarrollarse en otras áreas, incluso en la política. Pero eso sí, siempre ligado a la televisión.
“Yo me veo siempre en los medios, aprovecharé el tiempo que el público me soporte, ojalá que sea un ratillo”, fueron las palabras con las cuales este buen conversador le puso fin a la plática.