Cuando alguien se encuentra con una pandilla en la calle, su cabeza se inunda de malos pensamientos y sus piernas se ponen a temblar.
Sin embargo, los 58 ‘pandilleros’ que llegaron ayer al Centro Nacional de la Música, en Moravia, lo que menos causaron fue miedo.
Claro, todo tiene una explicación lógica: estos hombres eran bailarines que simularon ser matones con tal de ganarse un puesto en la versión costarricense del musical de Broadway West Side Story , que se presentará en mayo del 2015, en el Teatro Melico Salazar.
Corta espera. A las 8:30 a. m., los pasillos del Centro Nacional de la Música eran intransitables debido a la gran cantidad de bailarines que calentaban de cuclillas, con splits y flexiones.
Media hora después, el equipo de Luciérnaga Producciones, encargada del espectáculo, gritó que las audiciones masculinas estaban por comenzar en el salón de ensayos de la institución en Moravia.
En carrera, los concursantes recogieron sus pertenencias tiradas en el piso y pasaron a la sala, que se hizo pequeña para tanta gente.
Tras un breve agradecimiento de la directora Silvia Baltodano, el jurado –conformado hasta ese momento por los coreógrafos Hiram Castillo y María Amalia Pendones– abrió el fólder rojo que estaba sobre la mesa y tomó un lapicero para evaluar lo que vendría.
Todos los bailarines, que tenían en su camisa un papel blanco con un número negro, también estaban listos.
Pendones, quien será la coreógrafa del montaje, tenía a dos cómplices entre los concursantes: Andrés Ávila, con el número 9, y Eduardo Porras, con el 1. La idea era que ambos enseñaran la coreografía de West Side Story , pero Porras se llevó al final el título del profesor.
Los más de 100 ojos en el salón miraban a Porras, quien motivó a los participantes a hacer un paso, seguido de un cruce de piernas. Eso sí, todo eso con actitud de pandilleros que defienden su calle.
Todos imitaban sus movimientos; intentaban actuar y aprenderse el baile en cuestión de segundos.
“No vean al piso porque no son los Power Rangers (…) Sean matones”, fue uno de los pocos regaños de Porras.
Repetían los pasos: unas veces en silencio; otras con la música original del espectáculo, que es de Leonard Bernstein. El sudor ya comenzaba a empapar las camisetas y los pantalones; afuera, el sol era inclemente y, adentro, el calor era insoportable.
Para dicha de todos, una hora después, llegó el aire acondicionado y apaciguó el bochorno.
Las audiciones seguían; los jueces –a quienes se unió el actor Mauricio Astorga– no perdían detalle y les pidieron a los bailarines que se agruparan de diez en diez para que mostraran los movimientos. “Evaluamos la técnica y la musicalidad”, puntualizó Pendones.
Primera eliminatoria. Pasadas las 11:30 a. m. y tras un receso de 20 minutos, regresó el jurado para escoger a 39 muchachos. El resto se fue con un ‘muchas gracias’ y la experiencia para la casa.
Pasaron esa primera prueba y después debieron demostrar sus habilidades en el canto, al lado de la cantante María Marta López.
Los favorecidos rodearon un piano que colocaron en el centro del salón. La pena quedó de lado: unos desafinaron, mientras otros sorprendieron.
Eran atentamente escuchados por López y por Baltodano, quien se detenía junto a cada uno.
Los 39 ‘pandilleros’ se fueron tranquilos a casa. Eso sí, todos están a la expectativa para ver cuántos pasan a la siguiente ronda, que se realizará el 2 de noviembre, en conjunto con las bailarinas que sobresalgan en las audiciones femeninas del próximo domingo.