Los autobuses salieron tarde. En la fila desordenada, la nariz de la bailarina Allison Castillo sangraba a borbotones.
Mientras tanto, los voluntarios del Sistema Integral de Formación Artística para la Inclusión Social (Sifáis) pasaban lista de los vecinos de La Carpio antes de subirlos a los autobuses públicos. Una tarea que resultó inútil porque los derrotó la música de calle, el ruido de los camiones y la premura del grupo.
La multitud que entró a los tres buses no eran las 300 personas que planeaba transportar el Sifáis pero, de camino por La Uruca, eran exactamente las personas que la fundadora de la organización, Maris Stella Fernández quería que estuvieran allí: los alumnos de talleres del Sifáis, los papás, los vecinos, los amigos.
Ese fue el público que, la noche del viernes, estrenó el espectáculo de ballet contemporáneo Alicia en el País de las Maravillas .
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Semillas. El Sifáis es el tercer brazo, el más pequeño y atolondrado, de los entes productores de Alicia.. . Tanto el Teatro Nacional como la academia de baile Danzay tienen una tradición artística consolidada acorde al tamaño e historia de su trabajo.
Con tres años de esfuerzos, el Sifáis es apenas una semilla que lucha por cimentar raíces entre el caos de la ciudadela.
“Yo vine a ver el Teatro”, contó tímido Gerson David Jiménez, de 7 años quien asistió acompañado de su hermano Kendall (de 9 años), una hermana y su mamá.
La gran mayoría de los niños y adultos que entraron el viernes al Teatro Nacional nunca habían pisado el edificio.
Otros pocos lo conocían porque el Sifáis ha comprado entradas para otras presentaciones. La diferencia es que, por primera vez, tenían asegurado asiento para un espectáculo germinado dentro de La Carpio.
Desde junio, Danzay envió a profesora que instruyó a un grupo de niños para una coreografía. Un grupo de costureras del taller Entre costuras fabricó parte de los vestuarios grupales. Las estructuras de metal de la escenografía fueron soldadas por muchachos de la comunidad.
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“Para mí ha sido una alegría verlas motivadas en esto. Ver que les gusta algo y que están buscando algo bueno”, cuenta Ángela Zacarías, mamá de dos de las bailarinas: Allison y Tatiana Castillo. La familia Castillo tiene otros ocho hijos además de las niñas que están en el Sifáis. “Ellas tienen horario de escuela y perdieron días. Yo fui a decirle al maestro porque ellas me dijeron que hablara con él y me dijeron que podían ir (a los ensayos), que les llevara una nota”.
Los ensayos dentro del Teatro Nacional fueron exigentes con todo el elenco, algunos fueron largas repeticiones de escenas hasta adentrada la noche. Los niños de La Carpio tuvieron el último de esos ensayos precisamente el viernes en la mañana.
“Es bonito, puedo aprender más cosas y puedo llevar una carrera”, afirma Leslie Castro, otra de las bailarinas, de 11 años.
Para Maris Stella Fernández todas las carreras de esos meses, las filas del viernes tuvieron el resultado que esperaba.
“Así en el desorden, el hecho de que hayan llegado aquí es un logro”, asegura, tras filas salidas de control y . “Es todo un logro para la comunidad: 500 personas viendo a sus 13 chicas que se presentan en el Teatro Nacional”.
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