En la industria del cine, hay quienes siempre concluyen la gala de los premios Óscar con cara larga, pues una vez tras otra, la Academia de de las Artes y las Ciencias Cinematográficas se niega a cederles una de sus estatuillas doradas.
Hasta ahora, quien más veces experimentó el sabor de la derrota fue Peter O’Toole, quien murió el año pasado y estuvo nominado en ocho ocasiones, entre 1963 y el 2007.
“No hay duda de que Peter O’Toole fue uno de los más grandes actores de todos los tiempos”, apunta el blog especializado Deadline Hollywood .
Luego de My Favorite Year (1982), las nominaciones se detuvieron, hasta que en el 2002 el jurado decidió reconocer su trayectoria con un Óscar honorífico. “¡Siempre dama de honor, pero nunca la novia!”, bromeó al subir al escenario para recoger el premio. Después volvió a estar entre los candidatos por su rol estelar en Venus (2006).
En el caso de los directores, quienes acumularon más nominaciones sin haber conocido la victoria fueron los prominentes cineastas Alfred Hitchcock y Robert Altman, quienes estuvieron cerca galardón en cinco ocasiones cada uno.
“Hitchcock es considerado el gran maestro de todos los directores contemporáneos. Esta es una mancha en la historia de la Academia”, comentó el crítico de cine Mario Giacomelli.
Asimismo, resalta que Altman era capaz de dictar cátedra en la dirección de actores, así como en retratos críticos de la sociedad estadounidense. Su gran pecado: no tenía gran interés en codearse con las celebridades de Hollywood.
Para Érik Fallas, otro experto en cine, que el jurado nunca haya premiado el trabajo de Altman constituye “una injusticia”, pese a que podría esbozar su tendencia socialista como uno de los motivos.
En 1968, la Academia decidió ceder a Hitchcock el reconocimiento Irving G. Thalberg Memorial Award, el cual ha sido otorgado también a pesos pesados del gremio como Walt Disney, Cecil B. De Mille, Robert Wise, Ingmar Bergman, Steven Spielberg, Clint Eastwood, Francis Ford Coppola y hasta a George Lucas, quien nunca ha logrado la estatuilla de director.
Altman, por su parte, recibió un Óscar honorífico en el 2006, justo ocho meses antes de su muerte.
“Una característica de estos premios es que se dan injusticias muy evidentes, y que en algún momento tratan de remediar sus propios errores. Ni hablar del premio honorífico, que es el que se da al artista en los últimos años de vida para remediar esta falta”, afirma Giacomelli, quien considera que entre las decisiones del jurado suele imperar una “argolla”.
Sin embargo, en su criterio, el caso más grave en la historia de los premios de la Academia es el de Stanley Kubrick, quien dirigió La naranja mecánica (1971).
“Siempre lo menciono al momento de recordar que estos premios son importantes, lo más prestigiosos de la industria, pero que hay que tomarlos con cautela”, advirtió el experto.