Los cargos de sacerdotes, obispos, cardenales y papas en la Iglesia católica se encomiendan a los hombres, como sucesores del apóstol Pedro en la Tierra.
Es este principio el que levantó críticas acerca de La papisa Juana , película que recrea la leyenda de Johanna, la hija de un cura que instaba a sus hijos varones a estudiar teología.
La mujer escapa de su casa y adopta una identidad masculina para poder ingresar a un monasterio benedictino.
Johanna, interpretada por su tocaya de apellido Wokalek, se convierte en la mano derecha del papa Sergio II. Finalmente, consigue ocupar la silla papal durante un breve lapso en el siglo IX, pero cuando se descubre su verdadera identidad, muere lapidada por el pueblo romano.
Aunque la historia siempre ha sido negada por las autoridades católicas, académicos y algunos fieles liberales estudian la leyenda, ya que apoya la igualdad de géneros dentro de la Iglesia.
La película, del cineasta alemán Sönke Wortmann, es considerada una de las películas religiosas más controvertidas de todos los tiempos por el diario mexicano Vanguardia . En 1972, fue rodada una película similar y protagonizada por Liv Ullmann, pero no levantó grandes críticas entre católicos.
A la película de Wortmann, basada en la novela Die Päpstin, de Donna Woolfolk Cross, la crítica alemana le achacó “escaso rigor histórico y su cariz de leyenda sin fundamento”.