Poco más de siete años después del debut de Miguel Gómez como director de cine con El cielo rojo , la secuela de la película llegó el jueves a los cines costarricenses con una nueva historia personal (y generacional) del cineasta, esta vez relacionada con la paternidad.
En la segunda parte del largometraje , la amistad sigue siendo un valor, recalcado por el reencuentro de cuatro amigos que ya dejaron atrás los cuestionamientos de adolescentes, para asumir los retos futuros como adultos.
Paralelamente, el filme rescata la idea de que la verdadera amistad es para siempre.
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“Creo que desde que hicimos la primera, El cielo rojo se volvió un arma para canalizar diferentes cosas que siento, y momentos por los que pasa mi generación. En El cielo rojo presenté ciertas dudas, como graduarme del cole y no saber qué hacer; en la dos, toqué el tema de la paternidad en una generación que está tratando de atrasar ciertos procesos de la vida”, dijo Gómez.
La película centra su historia en Manuel (Ricardo Rodríguez) y el temor que enfrenta para asumir el reto de ser padre.
Sus miedos le provocan ataques de ansiedad, lo cual lleva a su novia Andrea (Ekaterina S. Skliar) a buscarle ayuda psicológica y, más tarde, a planearle un reencuentro sorpresa con los amigos de la adolescencia: Bernie (Mauricio Dapena), Roberto (Allen Pinkay) y Néstor (Édgar Román).
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Los cuatro se reunirán nuevamente tras estar separados por siete años y emprenderán un viaje a Nosara, Guanacaste, con el objetivo de distraer a Manuel de sus preocupaciones de padre primerizo. Es ahí donde ocurren la mayoría de los acontecimientos de la trama, que –en un segundo plano– mezcla el humor con la chota política y alza la voz en temas como la homosexualidad y el calentamiento global.
“Está basada en memorias mías y de la gente que participa en la película”, dijo Gómez sobre la producción, rodada entre marzo y abril de este año.
Según el cineasta, en los temores de Manuel se reflejan las inquietudes que le surgieron cinco años atrás, cuando supo que nacería Santiago, su primer hijo.
“Soy papá y habla de mi primer encuentro con la noticia. Estaba aterrado de traer un bebé al mundo, un lugar que me parece deplorable y cruel. Tuve miedo a esa etapa, no sé si por presión. Esa incertidumbre por la que pasé quería retomarla y El cielo rojo se volvió ese canal”, dijo Gómez, director de cintas como Maikol Yordan de viaje perdido e Italia 90.
El inicio. El cielo rojo es la primera película costarricense en tener una secuela. Miguel Gómez dijo que desde la grabación de la primera parte, siempre pensó en hacer una segunda, pero requería una etapa de su vida que fuera crucial.
La idea de una segunda producción a estas alturas supondría un arma de doble filo y él no lo ignoraba.
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En el mejor panorama podría ganar la atención de nuevos públicos (para entender la segunda parte no se necesita conocer de la primera), pero también estaba en juego el respeto y admiración que como director había ganado en el 2008 con la primera cinta.
Se tiró al agua. En el festival musical Caricaco del año pasado se le despejaron las ideas, habló con los actores y decidió echar a andar el proyecto, y este año regresó al festival con su equipo de producción, una historia bajo el brazo y los cuatro intérpretes.
Desde el punto de vista del director, técnicamente la película cuenta con mejoras sustanciales en comparación con su precuela.
“La gente va a notar una gran diferencia entre mi primera y mi sexta película. Se van a encontrar mejoras técnicas y van a sentir la madurez que tengo a nivel de dirección, al comparar la primera con la última película”, consideró Miguel Gómez.
No miente. El presupuesto de casi $100.000 ayudó a mejorar el aspecto visual de la cinta, una cantidad muy por encima de los casi $5.000 que costó la primera producción.
Los protagonistas. La madurez como actores de Ricardo Rodríguez, Mauricio Dapena, así como Allen Pinkay y Édgar Román (responsables de momentos simpáticos en el filme) también se evidencia en la cinta.
A Rodríguez, por ejemplo, el proyecto le llegó en un momento de su vida en el que, a los 27 años, es padre y esposo.
“La película calza de una manera muy peculiar porque hace dos años y medio nació mi hija. No tuve que ajustarme a algo que no había vivido”, comentó Rodríguez, quien además de actor es psicólogo.
Opinó que su paso por El cielo rojo le abrió espacio en otros dos largometrajes ( El sanatorio y Donde duerme el horror ) lo que le permitió una interpretación “más madura, ejecutada y profesional”, en El cielo rojo 2.
No solo Ricardo Rodríguez goza de la etapa de tener hijos y de una actuación más sólida; Édgar Román, de 27 años, también rodó la secuela de la cinta de Miguel Gómez siendo papá, una etapa que le ayudó a potenciarse.
“Creo que a nivel personal he ido madurando, pero a nivel profesional y como actor me considero una persona más segura. Ahora puedo proponer e improvisar y eso se lo debo a todos los proyectos en los que estuve después de El cielo rojo (como Gestación )”, señaló.
En contraste, Allen Pinkay sigue soltero y sin hijos, y ahora prefiere escribir que actuar, incluso para El cielo rojo 2 escribió algunos textos.
“Por lo menos yo, me siento una persona mucho más madura desde aquel momento (2008). Espero que en la pantalla se note cuánto crecí”, consideró.
Rodríguez, Román y Pinkay asistieron a la premier de la película el miércoles en el cine Magaly. Mauricio Dapena se ausentó porque estudia fuera del país.
Los tres presentes coincidieron que la experiencia de grabar nuevamente los reencontró en la vida real, pues estuvieron alejados casi el mismo lapso que distancia a una película de la otra.
¿Habrá un tercer reencuentro? La pregunta por el momento carece de respuesta. Miguel Gómez sugiere un discreto “sí”, porque dependerá de la aceptación del público a esta cinta.
“Idealmente estamos tocando estos temas de cambios generacionales, entonces hay que ver qué sigue en mi vida para retomar”, afirmó el cineasta.