No había empezado el siglo XX cuando las cámaras y Colacho se saludaron por primera vez, una década después de haber filmado la primera película en la historia, pero mucho antes de que llegaran clásicos del cine como Milagro en la calle 34 .
En un minuto y 17 segundos, el director George Albert Smith logró plasmar la historia muda de dos niños que son acostados y cobijados por la mucama. Cuando se apagan las luces, algo mágico sucede. En la pantalla aparece una imagen circular que permite ver a Santa aterrizar en la azotea y descender a través de la chimenea.
Con cautela, el personaje entra al cuarto, hace su trabajo y desaparece en un instante.
Los chicos despiertan, aún en la oscuridad, y encuentran regalos en las medias que cuelgan de una baranda de la cama, pero es tarde para conocer al mágico personaje; Santa se ha ido.
“ Santa Claus de G. A. Smith es un filme de considerable ambición técnica y un logro para la época”, apunta en su sitio web la organización inglesa Screen Online.
“Smith fue uno de los primeros cineastas británicos –de hecho, uno de los primeros cineastas en todo el mundo– en hacer uno extensivo de efectos especiales para crear escenas de fantasía”, añade.