A Shirley Temple le bastaba con aparecer frente a una cámara para enamorar. A su encanto natural le sumaba fogosas canciones, pasos de tap inigualables y un talento natural que estableció el molde para posteriores estrellas infantiles.
Durante un breve e intenso periodo en los años 30, Shirley Temple fue la actriz más vista, seguida y admirada del cine de Hollywood. Aunque se retiró a los 22 años, su marca ya era indeleble. Shirley Temple Black falleció este martes a los 85 años en California.
En su popular autobiografía de 1988, Child Star ( Estrella infantil ), contó que, desde recién nacida, su madre ya le veía futuro de bailarina. La chica vino al mundo el 23 de abril de 1928 y, con apenas tres años, participó en sus primeros cortometrajes, de la serie llamada Baby Burlesks .
Stand Up and Cheer! (1934) fue su primera gran película. Su salario creció a $1.250 por semana – por entonces, se pagaba a los actores por el tiempo del contrato, no por filme –.
Little Miss Marker (1934) la hizo relucir, pero fue con Bright Eyes , primer filme diseñado para Temple, que realmente se lanzó al estrellato. Su lista de trabajos continuaba creciendo, así como sus ganancias. En 1935, recibió un Óscar Honorario y el mito estaba creado.
En películas como Curly Top (1935) no solo mostró sus rizos, sino canciones como Animal Crackers in My Soup , y bailó con Mr. Bojangles, una de las primeras estrellas negras, un tap inolvidable.
El peso de la fama. El cliché acerca de Shirley Temple es que fue el ejemplo de una estrella infantil explotada, pero la verdad es que ella se mantuvo ambivalente con respecto a lo que hicieron sus progenitores.
Su padre la dejó sin dinero, pero ella no lo confrontó directamente. “Por razones que muchos podrían no comprender, nunca sentí decepción ni enojo”, dijo en Child Star .
A pesar de perder su fortuna y, posteriormente, poner fin a su carrera fílmica, no protagonizó nunca escándalos comparables con los de las estrellas juveniles de hoy.
En su autobiografía, Temple contó de horarios inclementes, condiciones de trabajo que hoy serían inaceptables y la insistencia en comercializar su imagen en cuantas formas fuera posible, pero no consideró que le dejaran cicatrices. Se mantuvo discreta y laboriosa: completó 57 películas en total.
Para cuando se retiró, había creado el molde de la estrella infantil que se repetiría en Hollywood hasta la actualidad. “Shirley Temple afirma el concepto del divismo infantil. El espectador pone atención al actor o a la actriz con tanta validez como se la ponía antes al adulto”, explica el crítico de cine William Venegas.
Encanto, nobleza y generosidad fueron, para Venegas, las huellas de Temple. Fue lo que atrajo a millones de espectadores a sus filmes, pero también a la abundante mercadería vendida con su figura.
Vida posterior. Temple intentó continuar una carrera como actriz adolescente, pero pocos productores sabían bien qué hacer con sus talentos.
El 19 de setiembre de 1945, a unos días de cumplir sus 17 años, se casó con el militar y actor John Agar. Tuvieron una hija, pero el matrimonio fracasó en cuatro años.
Unos dos meses después de su polémico divorcio, que acabó definitivamente con su imagen de niña inocente, conoció a Charles Alden Black. Él nunca había visto una de sus películas. Doce días les bastaron para enamorarse. Fue un matrimonio que duró 54 años, hasta la muerte del empresario, en el 2005.
A los 22 años, Temple evaluó, justamente, que Hollywood ya no se moría por poner a la adolescente en cuanto filme se pudiera. Se retiró del cine.
Con el empuje que le dio la televisión a sus obras en los años 50, Temple intentó, una vez más, trabajar en el mundo del espectáculo. De 1958 a 1961, presentó la serie de adaptaciones de cuentos de hadas Shirley Temple’s Storybook .
Variado. En 1972, una sombra apareció en el cuerpo de Temple. El cáncer de mama la obligó a una mastectomía, en una época cuando esta intervención quirúrgica ni era común ni bien comprendida.
Haciendo gala de su habitual aplomo, invitó a los medios a acompañarla en su cama de hospital y contarles cómo se había sentido tras la operación, para motivar a otras mujeres de vigilar su salud. Más de 50.000 cartas de apoyo confirmaron la valentía de su gesto.
En los años 60, empezó a colaborar con el Partido Republicano e intentó, sin éxito, convertirse en congresista por California.
El presidente Richard Nixon la designó delegada de la representación estadounidense en la ONU en 1969. Temple fue embajadora en Ghana, en 1974, por dos años.
En 1976, se convirtió en la primera jefa de protocolo de la Casa Blanca. Su última misión diplomática la desarrolló en Checoslovaquia (1989-1992).
Fue una niña extraordinaria y una mujer siempre reconocida y activa. Shirley Temple brilló como siempre soñó su madre.