Los Ángeles
La alfombra roja de la 87 edición de los Óscar volvió a estar marcada este año por la amenaza de lluvia, que obligó a cubrir la pasarela con una carpa transparente para evitar que un chaparrón echara a perder la fiesta más importante de la industria del cine.
El mal tiempo en la habitualmente soleada ciudad de Los Ángeles desmotivó igualmente a los turistas y curiosos que en esta ocasión se acercaron en menor número hasta las cercanías del teatro Dolby, en el corazón de Hollywood, para tratar de ver, aunque sea de lejos, a las estrellas de la gran pantalla.
Patricia Arquette, nominada al Óscar a mejor actriz de reparto por Boyhood, y acompañada por su hija y su hermana Rosanna fue una de las primeras en llegar, con un conjunto de la diseñadora Rosetta Getty, una amiga suya de la infancia.
Ethan Hawke, compañero de reparto de Arquette, y el realizador Richard Linklater llegaron a continuación, así como Anna Kendrik, que actuará durante la gala.
Ya sea para bien o para mal, el paso de los famosos siempre motiva comentarios. En el caso de la actriz Marion Cotillard su vestido blanco no fue muy bien aceptado. Lo mismo pasó con el traje de Naomi Watts.
Entre las más gustadas están Lupita Nyong'o y su Calvin Klein blanco y la impresionante Rosamund Pike de rojo.
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