Río de Janeiro. EFE Con 65 años, curtida en mil batallas y una dilatada carrera sembrada de éxitos, la actriz española Marisa Paredes no pierde la esperanza de interpretar un papel cómico en el cine o trabajar al lado de otras estrellas como Javier Bardem y Robert de Niro.
“No me resigno. Me encantaría hacer una comedia. Mis amigos dicen que el cine se pierde conmigo una gran actriz cómica porque, aunque no lo parezca, soy muy graciosa”, confesó Paredes.
El jueves, en la inauguración del XIII Festival de Cine de Río de Janeiro, ella presentó La piel que habito , la última cinta de Pedro Almodóvar, en la que comparte créditos con Antonio Banderas y Elena Anaya, en un largometraje que al mismo tiempo deslumbra y desconcierta a la crítica.
Paredes manifestó que, en La piel que habito, Almodóvar demuestra una gran madurez al filmar una película compleja, surrealista y con una estructura cinematográfica no lineal.
“Es la más honda, la más arriesgada y la que tiene una lectura más difícil, que te deja la sensación de querer volver a verla, porque hay algo en ella que te impide saber dónde termina exactamente la historia”, relató la actriz.
Considerada como una de las musas del director español, Paredes sostiene que se siente cómoda cuando se le considera una “chica Almodóvar”.
“Esa expresión evoca la capacidad de Pedro de hacer de la mujeres un personaje principal. El hombre desaparece y la mujer se convierte en un ícono. Eso es algo inherente a Pedro y que explica parte de su personalidad”, señaló Paredes.