El actor argentino Federico Luppi, figura legendaria del cine y el teatro iberoamericano, falleció hoy a los 81 años.
El artista, conocido por su estampa de galán recio y una presencia imponente frente a las cámaras, estaba hospitalizado a causa de un accidente doméstico.
El ministro de Cultura, Pablo Avelluto, lo despidió en las redes sociales con un tuit: "Adiós a Federico Luppi. Uno de nuestros mayores actores. Nos deja decenas de interpretaciones memorables en el cine y el teatro".
A pesar de su edad, el artista nunca dejó de subir a los escenarios y los sets de grabación. Su esfuerzo continuo y su talento le hicieron ganar numerosos premios nacionales e internacionales, entre ellos una Concha de Plata en el Festival de San Sebastián, concedida al mejor actor por la película Martín (Hache), en 1997.
Participó en más de 80 filmes y su gran éxito teatral lo protagonizó en Convivencia (1979), obra del autor Oscar Viale.
En la década de los 60 fue integrante del mítico grupo Gente de Teatro e impulsó un estilo realista y osado en las temáticas. Sin duda, ese estilo influyó en varias generaciones de actores, actrices y autores.
Además fue Luppi una de las estrellas de la película La patagonia rebelde (1974), de Héctor Olivera, que narra los sucesos de una histórica huelga que terminó en un baño de sangre. Desde aquella filmación, todos los artistas y hasta los técnicos de filme entraron en la lista negra de la dictadura.
De hecho, por sus ideas de izquierda, Luppi sufrió constantes persecuciones y amenazas de muerte.
"Si hay conciencia de que la vida no puede estar manejada por los mercados, seguramente seremos un poco más adultos y menos borregos", había declarado en una reciente entrevista.
Inolvidable. Luppi quedó en los anales del cine argentino por su personaje de Pedro Bengoa, un minero y exsindicalista enfrentado con tenacidad a una transnacional estadounidense en Tiempo de revancha (1981), de Adolfo Aristarain.
Por si fuera poco, en el laureado filme Plata dulce (1982), Luppi encarnó al pequeño fabricante quebrado y estafado, gracias a la política aperturista del ministro de Economía de la dictadura, José Martínez de Hoz.
Uno de sus papeles más recordados fue el de un alcalde asesinado de una pequeña provincia de Buenos Aires, el cual efectuó en la película No habrá más penas ni olvido (1983). El filme retrata una sangrienta batalla campal entre militantes peronistas de izquierda y de derecha, retratando un hecho histórico ocurrido en los años 70.
Además, bajo la dirección del cineasta mexicano Guillermo del Toro, actuó en filmes como Cronos (1993), El espinazo del diablo (2001) y El laberinto del fauno (2006).
Su última película fue Nieve negra (2017), de Martín Hodara, donde actuó junto a Ricardo Darín.
Durante su extensa trayectoria, recibió premios en festivales de Gramado, Sitges, Fort Lauderdale, La Habana, Huelva, Valladolid y Los Angeles, entre otros.