“¡Mamá, ese es Mickey Mouse!”. Es la primera frase que se escucha al entrar en el Hospital La California, en San José. La voz salía de una pequeña y vivaz niña que estaba sentada en un sillón de la sala de espera.
A su lado, una dulce mujer sonría ante la emoción de la chiquita, como deseando encapsular en su memoria ese momento cargado de inocencia y ternura. Sin embargo, el esfuerzo por lograrlo se interrumpió ante la presencia de desconocidos.
“Hola. ¿A quién busca?”, dice al mismo tiempo que dirige su mirada al interior del lugar, como buscando a alguien que sirva de guía en la tarea: vivir el último día de filmación de la película Cielo rojo 2 .
A unos pasos de allí, el sábado, dos hombres evalúan el ángulo de la cámara, mientras otro preguntaba si todo estaba listo para comenzar con una prueba antes del rodaje.
No hay duda. Sin haberlo identificado aún, ese tenía que ser Miguel Gómez, director que asumió el reto de hacer la primera secuela de una película tica.
“Para mí no es tanto una secuela porque quise que esta fuera una película que cualquier persona pudiera disfrutar, a pesar de no haber visto la primera”, explicó posteriormente.
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Cuando se coloca detrás de un pequeño monitor para ver el ensayo de los actores, el diluvio que amenaza San José, la tarde del sábado 18 de julio, pasa a un segundo plano.
El reloj marcó la 2:58 p. m. y dio el banderazo de salida a la primera de las dos escenas programadas de la película: el momento en el que, finalmente, Manuel (Ricardo Rodríguez) recibiría los abrazos de felicitación de Néstor (Édgar Román), Berny (Mauricio Dapena) y Roberto (Allen Obando), por haberse convertido en un primerizo y nervioso padre.
“La historia tiene mucho de mi vida en ella, pero los personajes de Manuel y su novia, Andrea, están inspirados en unos amigos. Al final de cuentas, ser padre es una experiencia única para cada persona, pero que tiene varios puntos en común con otros”, comentó Gómez.
De alguna forma, su argumento es validado por su equipo de trabajo. Ya sea por esas “casualidades” del destino o no, varios de los personajes de la película, incluido su propio director, tuvieron que asumir el rol de la paternidad y la maternidad en los últimos años y meses.
“Recuerdo que al poco tiempo de estrenar Cielo rojo , mi expareja quedó embarazada, así que ya no me enfrentaba a la expectativa de lo que sucedería en la universidad, sino a la incertidumbre de si sería un buen papá”, cuenta el cineasta, al mismo tiempo que sus ojos brillaban de emoción al recordar ese primer instante en que supo de la existencia Santiago, su hijo, que ahora tiene seis años.
El tiempo en la filmación transcurre de una manera abrupta entre las divertidas equivocaciones de los personajes, las directrices de Gómez sobre las emociones que quería de los actores y de la captura –desde distintos ángulos– de la reacción ante la frase: “Ya Santiago está aquí”.
Realidad. Seis tomas y una hora fueron suficientes para lograr lo idóneo de ese momento. Mientras la producción trasladaba el equipo a una habitación del hospital, Dapena, Obando y Román se refrescaban con sus botellas de agua y bromeaban sobre lo complicado que resultaba el tener que hablarle, en algún momento, a una pared como si fuera una personal real.
“Ven mi amor, para que nos tomemos la foto juntos. Tómala tú con el celular, mi vida”, fue la frase con la que Rodríguez, quien interpreta a Manuel, captó la atención de más de uno mientras le daba el teléfono a Irene, su esposa.
De la mano de la niña que admira a Mickey Mouse, se detiene en el medio de set, la coloca a su lado, al mismo tiempo que batalla por sacarle una sonrisa.
“Cuando comenzamos a filmar, mis compañeros me dijeron que si no tenía pensado traer a Abigail, mi hija, para que conociera la locación y me tomara una foto con ella. Quiero atesorar este momento para que cuando ella sea más grande pueda revivirlo y sentir que sí vale la pena luchar por los sueños”, dijo Rodríguez.
Y es que este sueño no solo se hizo realidad para el actor, sino que también lo fue para su pareja en la trama, la modelo y ahora actriz, Ekaterina S. Skliar, quien a sus casi ocho meses de embarazo, rodó su última escena ese día.
“Ha sido una mezcla de emociones. Primero, porque no soy actriz profesional, y, segundo, porque mi embarazo quedará plasmado en la película y es algo que podré compartir con mi hijo, Román, que pronto llegará a este mundo”, detalló Skliar, quien dará a luz en agosto.
El reloj marcó las 5:33 p. m., cuando parte del equipo se debatía entre ir a comer o salir a tomarse algo para celebrar el último día filmación.
Siete años de larga espera tuvieron como cómplices cinco meses trabajo.
“¿Ustedes saben lo que significa un recién nacido? Una nueva oportunidad de cambiar al mundo”, sentenciaba minutos antes uno de los personajes de la historia en la escena final.
¡Vaya que es cierto! Miguel Gómez espera hacerlo, una vez más, con la llegada a este mundo de su nueva criatura: Cielo rojo 2 .