Hay días oscuros, tragos amargos imposibles de bajar, de olvidar, de perdonar.
Hay capítulos de una vida que encienden los más bajos instintos, incluso en las personas más insospechadas. Michèle Leblanc es una de ellas: la directora de una exitosa compañía de videojuegos; el amor platónico de la mitad de sus empleados, odiada por la otra mitad; una dama de hierro.
La protagonista de Elle (encarnada por Isabelle Huppert) es atacada sin piedad en su propia casa, a plena luz del día, por un hombre que lleva un pasamontañas.
Tras la violación, Michèle decide no llorar, limpia la escena e intenta recomponer su vida. Tampoco recurre a las autoridades, pese a que sus amigos más cercanos le suplican que lo haga, luego de relatar el incidente en medio de una cena en un lujoso restaurante.
Casi pareciera que Michèle asumió lo sucedido con una frialdad inexplicable, pero en cambio, decide tomar la venganza en sus manos, y a su modo.
Lo primero será descifrar quién fue el atacante, y el principal sospechoso es Kurt, un empleado de su firma que envía por el correo corporativo una animación para el próximo videojuego, en la que una mujer es violada por un monstruo.
Asustada y paranóica, un día rocía gas pimienta en los ojos de otro hombre sospechoso, pero este resulta ser su exesposo, Richard (Charles Berling), quien intenta protegerla.
La desesperación de Michèle pronto se convierte en una espiral fuera de control que cambiará su vida para siempre.
“Todo es perverso, por supuesto, pero no es algo sorprendente viniendo de la actriz ni del director (Paul Verhoeven). Lo que es bienvenido de Elle es la forma en que combinan sus talentos para hacer un filme que escatima en el sexo, la violencia y el sadismo, pero que cuenta una historia sobre cómo una mujer usa todos esos elementos para liberarse”, destaca The Hollywood Reporter.