Extraordinaria. La música de Alberto Iglesias para la película de Pedro Almodóvar,
Con depurado tono melódico y gran creación armónica, esta música puntúa con tensión cada una de las situaciones dramáticas del filme, cada momento de rigor psicológico de los personajes e, incluso, cada encuadre. Es como si la película transcurriera también por un pentagrama, donde la música responde –con cabal exigencia– al contenido del filme.
Cuando digo contenido, no me refiero solo a la anécdota que genera la trama; es a eso con la historia completa, más los conceptos que llegan y llegan, con sutileza o no, para hacernos pensar sobre muchos aspectos de la vida, tanto de los que se habla con cierta facilidad como de los reprimidos por alguna condición.
Pedro Almodóvar escudriña en el componente emocional del ser humano y lo hace con sagacidad, pero también con crueldad allí donde la crueldad habita, a partir de su propio guion, basado en la novela
¿Es una película retorcida? No más que la vida misma. ¿Es polémica? Claro que sí, ruta por la que se nos convierte en filme extraordinario, donde el tema de la transgénesis en los humanos (asunto delicado para la ciencia y para la ética) logra convertirse en cinta turbadora, emotiva y sugerente: almodovariana.
¿Es
Hoy, de nuevo, Pedro Almodóvar se muestra genialmente expositor del alma femenina. Esta vez, le responden con vibrantes actuaciones tanto Marisa Paredes como Elena Anaya, esta última en estado de gracia histriónico.
No son tan intensas las actuaciones masculinas. A Antonio Banderas le cuesta sacudirse de algunos tics aprendidos en Hollywood y no es el Banderas actor de otras películas de Almodóvar. Actúa mejor Jan Cornet, como el joven obligado a sufrir la venganza atroz (bestial) de alguien, desquite peor que el del mismísimo conde de Montecristo, el de la novela de Alejandro Dumas.
Según el hábito del Pigmalión enamorado de una escultura hecha por él, en
Por otra parte, el ímpetu entre ritmo y pausas es magnífico gracias al montaje de José Salcedo. Como siempre, Almodóvar se luce como narrador, fino en la definición de personajes y como un lince para el desarrollo de los diálogos.
En la trama, un eminente cirujano plástico elabora una piel sensible a las caricias que, a la vez, cambia la fisonomía total de una persona. Solo que para poner en práctica ese hallazgo, dicho cirujano debe carecer de escrúpulos y encontrar la víctima deseada.
Con tal relato, Almodóvar logra perfecta transgénesis cinematográfico entre el drama y el melodrama. No tengo duda,