En un principio era el vacío, y esto se convirtió en algo amarillo: en seres unicelulares que evolucionaron, por lo que se descarta la creación como origen de la vida.
Esos seres son hoy los personajes de la simpática y colorida película Minions (2015).
El filme es realizado a cuatro manos: las de los directores Kyle Balda y Pierre Coffin, quienes han sacado buena faena con su rítmica animación y han logrado, por eso, que la película mantenga siempre una intensidad semejante, sin caer en los descensos bruscos de una montaña rusa.
En Minions , como es lógico, predomina el color amarillo-banano, y esta fruta es referente constante en los acontecimientos narrados, siempre con gozo; sobre todo, para los más pequeños.
Aún así, Minions permite apuntes y sucesos para adultos cuando cuestiona, con acidez crítica, elementos de la historia y a algunos de sus personajes.
Lo cierto es que el afán de los llamados minions (en plural castellano “miniones”) es el de encontrar villanos para ponerse a las órdenes de ellos.
Siempre fracasan en el intento y de manera cómica, en especial con el tiranosaurios rex de la prehistoria.
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Aventuras cómicas. En esa lista de villanos, el filme mete nada menos que a Napoléon, con quien también fracasan las amarilladas criaturas.
Hay un momento en que la búsqueda les resulta estéril y los minions se sienten abandonados, muy solos.
Es cuando salen en búsqueda de una villana tremenda llamada Scarlet Overkill.
Los minions escogidos para esta odisea son el astuto Kevin, el rebelde Stuart y el consentido Bob.
Ellos viajan de la Antártida a Nueva York y de aquí a Londres, donde tendremos una descarnada sátira de la monarquía.
Los pequeños episodios se enlazan bien para amalgamar una sola aventura de poco más de hora y media: buen trabajo, sobre todo con el montaje (edición) del material filmado.
Así, tenemos una gustosa precuela de dos filmes animados que ya conocemos ( Mi villano favorito , del 2010 y del 2013).
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No solo es precuela; también es un derivado ( spin-off ) de dichos filmes al tomar personajes secundarios de esas películas y llevarlos a principales de esta otra.
Quédense hasta el final; porque después de los créditos hay una agradable secuencia de corte musical con todos los personajes.