He aquí un tema que se viene planteando en la comedia cinematográfica desde los tiempos de Chaplin: el de la opresión laboral por parte de los jefes, en medio de un sistema competitivo según el capitalismo de tiempos modernos. En las tramas de estos filmes, las víctimas son los empleados, quienes siempre encuentran un método para reivindicarse.
El tema regresa ahora con la película
Con guion escrito por Michael Markowitz, John Francis Daley y Jonathan M. Goldstein, en la película
Los
Como el trío de trabajadores no aguanta más, ellos buscan la ayuda de un exconvicto que, más bien, es una caricatura de sí mismo y quien les da malos consejos para matar a los jefes pertinentes. Por aquí se arma el embrollo de esta comedia que es de situación, de personajes y de algo más (lastimosamente).
Así es, aunque con buen planteamiento de situaciones, con buen diseño de personajes y aceptable estructuración narrativa, este filme se hunde en el gancho fácil de las groserías como efecto cómico (gag), lo que incluye palabrotas, chistes sexuales a montones, más palabrotas y mucho fraseo escatológico (soez o indecente). ¿Seré yo tan conservador? No creo.
Lo que planteo es que esa es la manera más cómoda de producir humor. Para mí, es como si el guionista se resistiera a pensar o a generar humor de manera inteligente, por lo que cede a la tentación de lo ordinario, corriente, común, chabacano, rústico, tosco, grosero, pedestre, inculto, trivial y demás sinónimos que quieran ustedes desenfundar. ¿Queda claro mi punto de vista?
Las buenas actuaciones sostienen bien a los personajes, aunque –a la salida– lo más comentado es lo bien que la actriz Jennifer Aniston maneja el descaro de su personaje (la peligrosa odontóloga ninfómana). También quiero rescatar el humoroso (por sutil) papel de Jamie Foxx, como un criminal capaz de hacernos reír desde sus frustraciones como tal.
Kevin Spacey está extraordinario con su cinismo desbordado como jefe y Colin Farrell como el jefe heroinómano. Con este desglose pretendo decir algo: con sus actuaciones, son mejores los secundarios que los actores principales (Jason Bateman, Charlie Day y Jason Sudeikis). Pese a mis alabanzas a la dirección y a las actuaciones, no quiero perdonarle al filme su falta de inteligencia y su hundirse –gratuitamente– en el fango de la vulgaridad. Por eso, solo le doy dos estrellas de cinco posibles.