A sus 89 años y sin pensar en el retiro, la realizadora francesa Agnès Varda recibió ayer el premio honorífico Donostia, del Festival de San Sebastián.
La organización reconoció a la cineasta por su amplia trayectoria, al igual que lo hará este año con el argentino Ricardo Darín y a la actriz Monica Bellucci.
"Siempre es divertido, es un regalo que acepto con placer", señaló Varda tras recibir el premio.
"No sé si es la primera vez que se entrega el premio a una persona marginal, que trabaja en el cine honestamente, pero que no hace dinero", señaló la realizadora, conocida como la única representante de la Nouvelle Vague.
Ante la pregunta de cómo hizo para filmar en una época en la que era raro que las mujeres estuvieran detrás de las cámaras, respondió: "haciendo cine".
Cuando hizo su primera película en 1954 –La Pointe-Courte–, "no había más que tres o cuatro cineastas mujeres".
"Yo desde el principio quise hacer un cine radical, no como mujer, sino como cineasta radical", agregó.
Autodidacta, Varda exploró numerosas facetas del séptimo arte. Todo su trabajo lo enmarcó en buena parte en el cine social o políticamente comprometido, a través de documentales o de películas consagradas a personas modestas o marginales.
Ganadora de un César en 2001, y una Palma de Oro de honor en el Festival de Cannes de 2015, Varda recibirá en noviembre un Óscar de honor por el conjunto de su obra.
En San Sebastián, Varda presentó su último documental Visages, Villages, codirigido con el artista JR, proyectado en el pasado festival de Cannes fuera de concurso