En algunos países suramericanos, como Argentina, decir “vamos al boliche” es sinónimo de ir a una discoteca o a un bar.
Pero en Costa Rica, esa expresión equivale a un momento para compartir con la familia, amigos o compañeros de trabajo, al entretenerse con el divertido juego de derribar los bolos.
Antes del 27 de julio anterior, y sin importar el talento y la habilidad para hacerlo, poner en práctica esa premisa en tierras ticas se limitaba al boliche Dent , en San José, que se presentaba en el paisaje nacional como el único sitio público disponible.
Pero a partir de ese día, con la apertura del Bol Cariari , en Belén de Heredia, se amplia un poco el espectro del boliche y las posibilidades de que más personas, sin importar la edad, queden cautivados con este deporte.
Al menos así lo esperan quienes han dedicado muchos años a practicarlo, ya que un boliche público más podría desencadenar en la generación de nuevos amantes o de los que quieran incursionar en esto, ya sea como pasatiempo o deporte.
Según Martín Faba, presidente de la Asociación Costarricense de Bow-ling , el boliche es una actividad que tiene sus adeptos en suelo tico, pero que registra bajas cifras de quienes lo practican con regularidad y de manera federada.
Desde su perspectiva, lo anterior ocurre por la falta de espacios para disfrutarlo, a pesar de que aquí existen otros tres boliches, pero con fines privados: el San José Indoor Club (en Curridabat), el Costa Rica Country Club (Escazú) y el Costa Rica Tennis Club , ubicado en Sabana Sur.
“El boliche siempre ha atraído a mucha gente. Con la apertura del Bol Cariari tenemos mucho entusiasmo, porque esto nos ofrece la posibilidad de que surjan jugadores que no sabían que tenían el talento ni la aptitud. Eso lo descubren cuando van a probar”, comentó Faba.
Para el dirigente, una señal de que el boliche puede sumar seguidores es el hecho de que existen varias escuelas donde enseñan cómo jugarlo, así como varios expertos nacionales que ofrecen clases privadas Clases.
De acuerdo con el especialista tico Álvaro Castro, quien laboró como gerente de ese lugar, en Costa Rica existen muchos
“El local se vendió porque recibimos una muy buena oferta. En ese momento, teníamos excelentes resultados. De no ser así, nadie hubiese querido invertir otra vez en esto”, argumentó Castro.
¿Y qué es lo más cautivante del boliche? Para Castro, la respuesta es, sin duda, el reto inicial de derribar los 10 pines en un solo tiro, lo cual es conocido popularmente como “una chuza”.
“Ese reto, luego de muchos años de jugar, se convierte en realizar un juego perfecto, que resulta en conseguir tirar todos los bolos en 12 ocasiones seguidas”, recalcó.
Su colega Marie Ramírez, con más de 30 años de practicar este deporte, opinó que el nuevo local llega en un momento apropiado para conquistar más clientela, proveniente de sitios fuera del Gran Área Metropolitana, principalmente de comunidades en Heredia y Alajuela.
La experta aseguró que la estructura destaca por lo atractivo de su diseño, lo que en su interior promueve el ambiente idóneo que se necesita a la hora de practicar boliche.
“Este deporte tiene la gran ventaja de que se puede ejecutar en grupos y que no existen límites de edad. Con las lluvias, se presenta como el pasatiempo ideal”, arguyó Ramírez.
Según el experto, una muestra de que los ticos simpatizan con esta actividad, es que en su grupo de alumnos tiene, en promedio, a 25 niños.
Asimismo, comentó que uno de sus estudiantes suma ya 78 años.
La experiencia de 37 años en el boliche provoca una conclusión en el maestro: el convivio familiar es vital para mejorar las relaciones y eso sucede cuando se visita un boliche.
“Cuando los niños comienzan a jugar, los padres se interesan por aprender, para así comprender el juego e involucrarse con ellos”, dijo.
Además, Palomo consideró que lo apasionante del juego es que, a simple vista, parece fácil, pero eso se descarta desde que se lanza la primera bola.
“Esto tiene un ingrediente extra: la habilidad y la concentración de la persona. Se juega bajo techo y permite compartir con los amigos. El que aprende a jugarlo, se queda en el deporte”, aseveró.
La Asociación Costarricense de Bowling cuenta con al menos 125 jugadores debidamente registrados, de los cuales, 102 tienen más de 18 años.
Ocho federados son niños menores de 10 años, otros 10 participan en la categoría sub12 y una cifra similar hace lo mismo como sub15.
Las expectativas de su presidente están cifradas en que, con la apertura del Bol Cariari, más personas le tomen el gusto y se afilien a la asociación, lo que permitiría fortalecer a las selecciones nacionales.
Mauricio Murillo, administrador de Bol Cariari, confirmó que en octubre pondrán a disposición de sus clientes una escuela, además de una tienda para ofrecer todos los implementos necesarios para jugar boliche. Ahora sí... ¡A botar los pines!