Como quien entra en comunión con su arte, el pintor y Premio Magón 2002 Rafa Fernández presenta su más reciente exposición titulada
La exhibición se inauguró el martes pasado y permanecerá abierta al público por un mes en Studio Hotel, en Santa Ana.
En cuanto al tema, las pinturas dejan al descubierto a quien toma el pincel y cubre con pigmento el lienzo.
Para Fernández, el arte no es un pasatiempo, sino una forma de vida, y en esta exhibición invita al público a participar de ese ritual que implica dedicarse a pintar. “Me entrego a la pintura 12 horas diarias en una actitud mística, casi religiosa, espiritual. La pintura es una pasión para mí y para entrar a este mundo de la pintura existe un ritual, una liturgia”, manifestó el artista sobre su trabajo.
En este contexto, las obras simbolizan ese acto de entrega.
“Tengo la posibilidad como artista de hacer visible lo que para otros es invisible, y el resultado finalmente es una ofrenda que entrego al público, a las personas sensibles.
La muestra se caracteriza por tener una paleta de colores que se comunican entre sí para dejar entrar la luz o crear sombras.
Tras el accidente cerebrovascular que sufrió el artista a inicios de la década del 2000, este creyó que sus figuras y mujeres lo habían abandonado. Sin embargo, hoy reconoce que ellas nunca se fueron.
“Eso fue lo que yo creí, pero luego de mucho trabajo, de mucha disciplina, aparecieron de una dimensión diferente”, comentó el pintor.
El artista agregó: “No me habían abandonado, solo tenían miedo y estaban escondidas. Ahora se fortalecieron y tienen vida propia”.