Los vocalistas populares costarricenses de fines de los años 30 y principios de los 40 formaron una “generación silente”: no tuvieron oportunidades de grabar; pero, si quedaron algunas placas de aquellos cantores, fue más por la curiosidad de algún técnico o por obra de la casualidad.
En ese grupo están Paco Quintana, Óscar Fernández, José Morúa, Johnny Ruiz (nicaraguense), Mario Lugo, Fernando Quirós, Johnny Estrada, Jaime Ureña, Aquilino Morgan, Moisés Araya y Víctor Díaz. Alguno de ellos grabó en años posteriores, y otros dejaron su voz en cinta abierta, pero no en acetato. De los que llegaron a grabar, no se conservan las placas y a veces ni los nombres de las canciones.
Víctor Díaz nació en Aserrí, San José. Su padre tocaba el saxofón y paulatinamente fue incorporándolo a diversos grupos musicales. En estas agrupaciones, Víctor participó como baterista al tiempo que se esforzaba por aprender las nociones básicas de la marimba y la trompeta.
Víctor Díaz se dedicó desde muy joven a tocar la marimba en la población de Jorco, que en aquellos años era auténtica zona rural, a pesar de la poca distancia de San José. La agrupación se llamaba “Alma Jorqueña”, y en ella participaban los hermanos de Víctor. Este trabajaba simultáneamente para la familia Figueres en la zona de Santa Elena.
Allá, en Santa Elena, el joven Víctor Díaz formó una orquesta, en la cual él tocaba la trompeta y además ejercía la dirección musical. Para ese fin, la familia Figueres le suministró los instrumentos. Hacia 1946, los Figueres lo trasladaron a trabajar a San José en la empresa San Cristóbal, en el área de contabilidad.
Prueba musical. Ya en la capital, el joven Víctor se presentó en los programas de aficionados de Radio City acompañado por las guitarras de sus hermanos, y allí fue contactado por el baterista de la orquesta de Gil Vega, el “Chino” Guzmán, quien lo llevó a hacer una prueba con el maestro Vega. La prueba se realizó en el Palacio Municipal de Coronado, donde la orquesta ensayaba. Corría el año 1947.
Víctor Díaz pasó la prueba de canto con el pasodoble Silverio , inspiración de Agustín Lara. Debutó con la orquesta de Gil Vega en la Unión Deportiva Moravia.
Díaz renunció a la empresa San Cristóbal para cumplir la temporada de verano en Puntarenas con la orquesta del maestro Vega. Posteriormente pasó a la orquesta de Luis Martínez, un grupo musical dedicado a animar matrimonios, cumpleaños y otras fiestas privadas. Con esta agrupación estuvo por un período de seis meses.
La orquesta de Luis Martínez es un grupo olvidado en el país; sin embargo, se sabe que por sus filas pasó uno de los más grandes saxofonistas que ha dado Costa Rica: Tito Saborío. Su sitio de presentaciones era el Costa Rica Country Club los domingos por la tarde. Hacia 1946, en la orquesta de Luis Martínez hizo sus primeras actuaciones el joven saxofonista Otto Vargas, quien luego destacaría como compositor y director musical.
El siguiente paso de Víctor Díaz fue a la orquesta de Gilberto Murillo, la que ya gozaba de mucho prestigio. Murillo vivía 100 metros al norte del parque Morazán, y su casa era el sitio de donde salía la orquesta a tocar en los bailes fuera de San José. Murillo contrató a Díaz luego de la salida de su cantante titular, el “Gato” Óscar Fernández. En esa orquesta tocaba un primo de Víctor, José Alfredo Piro Díaz, también oriundo de Aserrí.
Con Gilberto Murillo. El comienzo de Díaz con la orquesta de Gilberto Murillo se produjo en la Casa España, situada en aquel tiempo en el centro de San José. También se tocaba en los fines de semana en Guadalupe, en los salones de Chepe Sequeira y en el de “Paco” Retana.
Ese último lugar estaba ubicado al costado norte de la plaza de Deportes, hoy convertida en parque. Durante la semana, el local funcionaba como mueblería; los domingos se reducían los muebles a una esquina y se convertía en sala de baile.
La orquesta de Gilberto Murillo tocó en la sede del Club Sport Herediano, establecida en el costado sur de la parroquia de Heredia. En ese tiempo, además de Díaz, cantaba con el grupo un jamaiquino llamado Peter Hudson, quien se había quedado rezagado en el país. Él se encargaba de las interpretaciones en inglés. También tocaban en el Costa Rica Country Club, en Escazú.
Cuando Víctor Díaz se ausentaba temporalmente de la orquesta, era sustituido por el cantante Eduardo Blanco. Díaz se retiró de la orquesta de Gilberto Murillo en 1953 y fue reemplazado por Gilberto Hernández. Otto Vargas, saxofonista y arreglista de esa agrupación, lo recuerda como un cantante muy afinado, de voz media, al estilo del puertorriqueño José Luis Moneró.
Durante esos años, la orquesta de Gilberto Murillo estaba compuesta por los saxofonistas Pánfilo Chavarría, José “Pepe” Murillo, Carlos “Macho” Arias, José Alfredo Piro Díaz y Otto Vargas. En las trompetas estaban Manuel Rojas, Héctor Badilla y “Reka” Arce. Jesús “Chus” Brenes estaba en el trombón; “Bilo” Villalobos en el bajo; Mayid Sabatini en la percusión, y Gilberto Murillo en el piano y la dirección musical.
Esos músicos y el locutor de la radio La Voz de la Victor, César Nieto, son los únicos testigos de las grabaciones que hizo Díaz en ese local, hoy extraviadas.
Entre 1973 y 1998, Víctor Díaz vivió y trabajó en los Estados Unidos, ya lejos de la actividad musical y casado con Zulay Zumbado. Regresó al país y se instaló en la provincia de Heredia, donde falleció en diciembre del 2012.
El autor es investigador musical y presidente de la Asociación Costarricense de Coleccionistas de Música Popular.