Este lunes 13 de abril del 2015 la muerte llamó a la puerta dos veces y se llevó a dos grandes figuras de la literatura mundial: el uruguayo Eduardo Galeano y el alemán Günter Grass.
Desde continentes distintos pero con un mismo fin, ambos escritores usaron la palabra como arma para atacar un sistema desigual y opresor. La política y la literatura eran un solo cuerpo en sus obras.
La voz de un continente. El pensamiento de Galeano siempre estuvo afianzado en las raíces latinoamericanas, continente que, lamentaba, ha sido víctima de explotación política, económica, ambiental y cultural.
Nacido el 3 de setiembre de 1940 en Montevideo, Uruguay, Galeano tenía solo 31 años cuando escribió la más conocida de sus obras, Las venas abiertas de América Latina (1971).
En este ensayo – que se convirtió en una especie de biblia para los movimientos izquierdistas–, Galeano repasa con detalle el proceso de explotación económica y dominación política que experimentó Latinoamérica desde el primer contacto con los españoles (siglo XV) hasta la década de los 70.
Ese decenio fue muy convulso para la región, pues prosperaron las dictaduras militares en Chile (1973-1990) y Argentina (1976-1983), así como en su patria, Uruguay (1973-1985). Su libro fue censurado en todos esos países y Galeano tuvo que exiliarse en Argentina, donde fundó la revista cultural Crisis .
“Galeano es uno de los grandes ensayistas y críticos del siglo XX. Nunca dejó de preocuparse por la situación de Latinoamérica. Su obra Las venas abiertas de América Latina hará historia. El resto de sus ensayos, si bien menos famosos, no desmerecen en nada a esa obra”, expresó la filóloga Amalia Chaverri, experta en literatura latinoamericana.
En su trilogía Memoria del fuego –publicada entre 1982 y 1986–, Galeano volvió sobre el tema de América Latina.
En El fútbol a sol y sombra (1995), el uruguayo exploró este deporte como otra de sus pasiones. “Este libro también es importante, ameno y muy nuestro”, destacó Chaverri.
Pasado traicionero. El nombre del alemán Günter Wilhelm Grass resuena cual tambor entre los nombres de los escritores, como uno de los más destacados de la segunda mitad del siglo XX.
Fallecido ayer, a los 87 años, Grass atesoró una vasta producción literaria que abarcó varios géneros: novela, poesía, ensayo, teatro y memorias.
Grass fue producto de su época, al punto de que tanto su vida como su obra estuvieron marcadas por sucesos como la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Fría, la caída del Muro de Berlín y la posterior reunificación de Alemania. Su obra más conocida es la novela El tambor de hojalata (1959) y en ella narra la historia de Oskar Matzenrath, un niño de personalidad excéntrica a quien le toca vivir los horrores de la Segunda Guerra Mundial. Debido a su realismo descarnado, el contenido de esa obra fue calificado en esa época como “inmoral”, “pornográfico” y “blasfemo”.
El traductor de Grass al español, Miguel Sáenz, calificó El tambor de hojalata como “una de las novelas más importantes, no de la literatura alemana sino de la literatura universal”. En artículo publicado en el diario español El País, a raíz de la muerte de Grass, Sáenz analizó el trasfondo de la novela. “La escribió en un piso pequeño y malsano de París, donde vivía con su mujer y sus dos hijos gemelos. Allí fue donde imaginó a Oskar Matzerath, el niño que en un momento dado decide dejar de crecer, un enano, un loco sexualmente obseso, un criminal... en cualquier caso, una especie de conciencia del Tercer Reich que, con sus redobles, destruye todo orden marcial”.
En 1999, Grass fue doblemente galardonado con el Premio Príncipe de Asturias y el Premio Nobel de Literatura.
Y no le tembló el pulso para criticar incluso al entonces presidente de Estados Unidos, George W. Bush, por la guerra en Irak.
El mismo autor que lanzó críticas implacables contra el régimen nazi se vio envuelto, en el 2006, en una gran polémica, luego de revelar en su primer libro de memorias, Pelando la cebolla , haberse enrolado en su juventud en las Waffen SS, una unidad de élite del régimen de Adolfo Hitler.