22Agosto2011 9am Hotel Barcel San Jos Pacio. Entrevista al escritor colombiano Juan Gabriel Vsquez, Premio Alfaguara 2011 por su novela 'El ruido de las cosas al caer" /Juliana Barquero (Juliana Barquero)
Antonio Yammara y Ricardo Laverde pudieron haber estado jugando carambolas en la mesa del lado y su conversación también pudo haber sido esta.
Sin embargo, quien hablaba era Juan Gabriel Vásquez, escritor que narra esa relación entre Yammara y Laverde desde la nostalgia y el dolor que deja un recuerdo marcado por la violencia que se deriva del narcotráfico.
Vásquez dejó Colombia hace más de una década y ahora vive en Barcelona, España.
De haberme quedado, no la hubiera podido escribir. Creo pude hacerlo gracias a la distancia geográfica, por el hecho de mirar las cosas desde fuera y también por la distancia en el tiempo.
”Esta es una novela sobre recuerdos que para mí fueron incómodos y molestos. La gente que atraviesa por esto (el narcotráfico y la violencia) tiene una capacidad de esconder las sensaciones, las angustias, las ansiedades que genera vivir una situación así.
”Yo no me acuerdo de haber tenido miedo en esa época, pero sí estaba acostumbrado a una sensación de amenaza. Fue cuando escribí esta novela que me di cuenta de que todos habíamos vivido una situación de miedo constante”.
Esa es una figura que me gusta: la idea de la novela como la caja negra de nuestra vida social. Creo que como género literario sigue haciendo cosas importantes, a pesar de que las novelas ya no son el centro de la conciencia social como lo fueron hace 50 años, pero siguen cumpliendo funciones.
”Una de estas es ser ese lugar donde guardamos ciertas memorias que otras gentes quisieran olvidar o los Gobiernos quisieran esconder. En ese sentido, se parece mucho a la caja negra de un avión, como un registro que se tiene para tratar de que no se cometan los mismos errores que causaron tal o cual accidente”.
Esa quizá es una de las cosas más vívida que recuerdo. La década de los 80 estuvo marcada por los asesinatos de figuras públicas y en un momento dejamos de preguntarnos por qué mataron a tal o cual persona. Eso dejó de ser importante, porque lo relevante era seguir adelante y que eso te arrastrara la vida. Creo que eso marcó nuestra conciencia y, cuando perdimos esa capacidad de reacción, Colombia entregó algo importante como sociedad”.
El narrador es un hombre de mi generación y la investigación que hace es sobre la vida de un hombre mayor que pudo ser su padre; entonces sí hay un diálogo intergeneracional y un cuestionamiento a esa generación a la que pertenecieron los primeros narcotraficantes.
”En esa época, cuando todo empezó en los 70, era un simple contrabando y me interesaba contar ese contraste que hay entre esos primeros años cuando se contrabandeaba con marihuana, en contraposición con la industria de terrorismo, corrupción y violencia desmedida en que se convirtió años después”.
También me lo pregunto y no tengo una respuesta. Creo que en una novela como esta, el lector se expone a un entendimiento de las cosas más intenso del que proporcionan las noticias.
”Parte del problema que tenemos como sociedades latinoamericanas es que nuestro presente no deja tiempo para pensar en nuestro pasado. Los asesinatos, los atentados terroristas y los escándalos de corrupción o políticos suceden tan rápido que no podemos detenernos a tratar de entender al menos uno. Una novela es un lugar para detenerse y pensar.
”Lo que dices es verdad. En México me decían que, eso que escribí, lo están viviendo ahora. En Perú me dijeron que les recordaba a Sendero Luminoso y en España a ETA. La novela lo que hizo fue sintonizar con cosas que tristemente las sociedades tenemos en común”.