David Monge Arce dulcehotel@gmail.com
El poemario Noche de ronda , de Daniel Matul, obtuvo el Premio Único de Poesía de los Juegos Florales Hispanoamericanos de Quetzaltenango (Guatemala) en el año 2009. En el fallo del jurado, Freddy Peñafiel Larrea destaca: “El tema de la migración es tratado como una posibilidad poética que permite ver lugares insospechados en su acercamiento lírico”. Noche de ronda –título homónimo de un famoso bolero de Agustín Lara– habla sobre migración y el desarraigo no solo físico, sino también de la conciencia.
El poemario se divide en tres partes; la primera se titula “¿A dónde vas?”. La respuesta estará seguida de un paso: el migrante empieza su recorrido hacia países que encuentran frontera en los sentimientos: “Este país comienza / en las partes altas / de tus senos”.
Guatemala será la compañía del recuerdo, y el río, señal de la pérdida. El que se va, el migrante, habita más allá del olvido, más allá de la vida, en algunas ocasiones –como dice el poeta– “en una lista / de seres / desaparecidos”, donde la conciencia existe en su relación con el mundo.
El ser habita allí en medio del sujeto y el objeto, del sujeto y el otro: “construimos / un racimo de silencio / entre poema y poema / entre poema y vos”. Sale de la subjetividad del yo para encontrarse en el mundo y descubrirlo.
La segunda parte, “Noche de ronda”, es una metáfora sobre el lanzamiento del sujeto al mundo, de la búsqueda del amor acompañado por la bohemia, la música y el verbo; es un habitar poético: “Me hubiera rifado el físico / por tu nombre de ave, / por tus palabras / tamaño pasaporte, / por tu lengua de arcilla”.
Por medio del título de un bolero, el poeta Daniel Matul ubica su obra en un contexto latinoamericano que enriquece la visión del lector.
En la tercera y última parte del poemario, “Que las rondas no son buenas”, el lector se encontrará con poemas breves, con un lenguaje preciso, donde la derrota y la nostalgia se mezclan.
Esos poemas son como ladrillos que forman un muro, una frontera, en la que no importa del lado donde se esté: el destino será la melancolía. La desesperanza es la última sensación que se lleva el lector: “La ronda / fue dejar / el país. / La noche, / la excusa. / No sé si vuelva ya”.
Noche de ronda adentra al lector en el ser del migrante, establece una visión empática con ese otro que es el desarraigado, el vínculo de lo humano sobre la geografía. El migrante no deshace las fronteras por placer, sino porque huye de la pobreza, del peligro o del dolor. Noche de ronda sensibiliza y convierte al lector en un caminante más en búsqueda de la esperanza perdida.
El autor es escritor y creador audiovisual.