El jueves y viernes se realizó la competencia nacional de cortometrajes Made in Costa Rica del ya posicionado Festival Internacional de Cortometrajes Shnit. La nueva edición amplió la sección de competencia hasta 15 cortos, con una duración de poco más de 3 horas.
Como es tendencia desde el año pasado, se presentaron trabajos hechos en el país al igual que producciones filmadas en el extranjero por algún costarricense. Esto viene a evidenciar que en el aspecto técnico se ha avanzado, pero también resalta la diferencia en el ámbito de las actuaciones.
Rutas de viaje
Entre lo más destacado de la programación del 2016, destacan los cortos Belleza, valentía y fortaleza en la ocupada Cisjordania, de Glorianna Ximendaz, y Yo soy de allá , de Andrés Madrigal e Ignacio Rodríguez.
El primero fue filmado en Cisjordania, territorio disputado por Israel y Palestina, y que, al igual que la Franja de Gaza, su estatus depende de disputas políticas que suelen dejar de lado a los habitantes, quienes sufren día a día por los enfrentamientos armados.
Es ahí donde se interna la inquieta cámara de Ximendaz para brindar una oportunidad de conocer los rostros de personas que caminan, comen, respiran… que viven en esa pequeña extensión de tierra: hogar para unos, sitio en disputa para otros.
El documental da voz a tres personas que sintetizan las experiencias de miles. Ellos son introducidos en un primer plano, viendo a la cámara, lo cual le recuerda al espectador que sus historias pueden ser las de cualquiera, que tienen un rostro, una voz y una vida. La pantalla-espejo adquiere una dimensión dialéctica, en la que la voz en off refuerza el contenido visual.
Junto a la denuncia por la constante violación de derechos humanos, el mérito de Ximendaz es el haber dotado de profundidad a su trabajo, no conformándose en la mera acusación, sino que muestra un aspecto íntimo de quienes viven en Cisjordania, desde la ciudad hasta el campo: esa región sitiada y amurallada, pero de la cual sus habitantes sienten orgullo.
Mientras que el corto de Glorianna la hizo viajar hasta Palestina, el trabajo de Madrigal y Rodríguez encuentra otra ruta, el de una joven mujer boruca quien se desplaza desde su territorio natal hasta la Universidad Nacional en Heredia, institución donde estudia.
Yo soy de allá comienza con una advertencia sobre los peligros que se pueden encontrar en el camino a casa. Con un atractivo montaje, la narración en off y en lengua indígena contrasta con las imágenes aéreas de la ciudad. Esa mezcla de espacios físicos y culturales es con la que convive Yanory, la protagonista.
La yuxtaposición de imágenes y sonidos entre los espacios urbanos y los rurales vuelve ágil la narración y transmite al espectador el particular universo en el que se mueve Yanory. Un acierto de los directores es evitar caer en cansinas entrevistas que vuelven unidimensional al personaje, en cambio, la variedad de estímulos sensoriales del corto deviene en una multiplicidad de elementos que suman al guion.
Los planos van mostrando la relación entre madre e hija: de una mujer joven a otra mayor, unidas en lo sanguíneo y por la fortaleza y convicción de salir adelante, de trabajar, de sentir orgullo por sus raíces. Yanory habla sobre el liderazgo de la mujer en su comunidad, de la importancia de “hacerse valer por sí misma”, y el corto muestra a esa mujer que sentencia “nunca se puede olvidar de dónde se viene”.
Deseo y juego
Varios cortometrajes presentados en esta edición giran en torno al deseo: culposo, morboso o prohibido. Con diferentes estéticas y géneros, buscan jugar con el espectador e incitarlo.
Asunder , tercer cortometraje de Nathalie Álvarez, está realizado en Suecia, donde la directora estudió cine y teatro. Es un trabajo que plantea interrogantes merced al lugar ambiguo desde el cual la realizadora narra.
Nia y Teo se encuentran con motivo a una fiesta familiar; son primos pero eso no les impide manifestar una atracción sexual. Álvarez crea una atmósfera que transmite una sensación de extrañeza por medio del uso de tres elementos narrativos: un celular que le permite cambiar de plano objetivo a subjetivo; la herida en el pie de Nia, motivo carnal que acentúa el deseo y la transgresión, y el alcohol, con lo que crea un halo de misterio sobre quién es Nia.
Un cortometraje no tiene que contarlo todo y Álvarez sugiere e inquieta, pero deja al espectador darles un pasado y futuro a los personajes. Mención especial al trabajo de edición que mantiene la atención e interés.
André Robert, ganador del premio del público del año pasado, presentó Martes, 8:30 . Esta producción bien pudo haberse presentado en la sección erótica Peeping Shnit. Aunque es un trabajo que se siente atado al academicismo, Robert demuestra tener talento.
Con influencias psicoanalíticas, Martes, 8:30 es un trabajo predecible, sin giros argumentativos, aunque con una sobria dirección de arte. Las escenas eróticas están bien realizadas y el director utiliza ángulos de cámara para engalanar la puesta en escena. Usa además simbolismos: la relación entre el pez en la oficina del terapeuta y la joven paciente cuando está en una piscina.
En un extremo caen Lesbolín , de Jasmin Selva, y Lobas , de Patricia Howell, que retratan relaciones entre lesbianas: el primero desde lo lúdico, una competencia de futbolín, y el segundo por medio de una historia de deseos insatisfechos.
El corto de Selva carece de contenido; es solo un argumento filmado como videoclip, que sirve como ejercicio estético.
Por su parte, Lobas es un trabajo grandilocuente, con un lenguaje cinematográfico anquilosado en conceptos vetustos. La puesta en escena y dirección de arte se ven como una producción desfasada para televisión y las actuaciones excesivamente teatralizadas no ayudan.
El guion carece de giros argumentativos, le hace falta sorprender, por lo cual resulta predecible. La directora usa la música, los diálogos, las actuaciones y el montaje para repetir ideas, pero sin profundidad de conceptos.
Falta de curaduría
La sección nacional del Shnit ha venido creciendo, pero la falta de una curaduría hace que se exhiban trabajos con cierto interés, pero que carecen de posibilidades para competir en el festival.
Es el caso de las animaciones La Yarca , de Marco Rossi, y A Jolly Father's Killing , de Ariel Arburola y Carlos Redondo, y del videoclip This War , de Anastasia Molina y Mónica Ureña.
Convendría que la organización se replanteara la selección oficial: a mayor rigurosidad, mejor calidad y beneficio para el festival, mientras que los trabajos descartados pueden ser exhibidos fuera de competencia.
Dominicales
Este domingo, el Festival Shnit presenta en el Cine Magaly tres funciones de la competencia internacional a las 3, 5 y 7 p. m. Y, a las 9 p. m., será la premiación y función de lo mejor del 2016. Cada función tiene un valor de ¢3.500.