En el cuento Apocalipsis en Solentiname, Julio Cortázar dobla y desdobla la ficción, el sueño, el delirio y la memoria. El relato se inicia en la Costa Rica que el escritor visitó en abril de 1976, cuando su estentórea voz resonó en el Teatro Nacional, y donde se hicieron presentes los intelectuales y muchos amantes de la literatura.
El cuento trata de un viaje que lleva al argentino por un San José “sencillo y parejito como me habían dicho”; además, por Los Chiles y las islas de Solentiname, en Nicaragua. Para Cortázar, los costarricenses son “más bien calladitos pero llenos de sorpresas”.
Son pocos los rostros y los nombres que Cortázar incluye en Apocalipsis en Solentiname: “Uno baja en San José de Costa Rica y ahí están esperándote Carmen Naranjo y Samuel Rovinski y Sergio Ramírez” relata el escritor.
El quincuagenario de Rayuela renovó el interés de los lectores por la obra de Julio Cortázar. Por ello, a finales de julio, Samuel Rovinski escribió, para Áncora, unas líneas en las que escrutó en su memoria sobre aquella visita del escritor argentino. Este es uno de los últimos textos que realizó el notable autor, recién fallecido, y se suma al invaluable legado de sus letras.
–¿Cómo se trazó el camino de Julio Cortázar hacia nuestro país?
–El 7 de abril de 1976 llegó Julio Cortázar a Costa Rica gracias a la gestión de la entonces ministra de Cultura, Carmen Naranjo. La invitación le fue girada por mi intermedio en París a comienzos de 1975. Para entonces, Cortázar contestó que no podía aceptar la fecha pues tenía varios compromisos
–¿Cuáles actividades se realizaron durante la visita de Cortázar?
–Para 1976, Carmen Naranjo le tenía una apretada agenda de presentaciones, a nombre del Colegio de Costa Rica. El entusiasmo en el medio intelectual y estudiantil, sobre todo, permitió que se repletara el Teatro Nacional. Luego, en las calles era asediado por sus admiradores.
”En las oficinas del diario La República, cuyo director era el intelectual Rodrigo Madrigal Nieto, Cortázar compartió –con Carlos Morales, Carlos Catania, Pablo Antonio Cuadra, Ernesto Cardenal y Rodrigo Madrigal– una enjundiosa charla sobre literatura.
”A mí me correspondió, previamente a la llegada de Cortázar, impartir varias conferencias en el Teatro Nacional sobre las obras y la personalidad del maestro”.
–¿Cuál era su relación con Cortázar cuando llegó al país?
–Conocimos a Cortázar en París en los años que fungía yo como ministro consejero y agregado cultural de Costa Rica. Esto fue a raíz de la entrega personal de la invitación de Carmen Naranjo. Ahí nació nuestra amistad, que perduró hasta su fallecimiento. Nunca olvidaré su entusiasta comentario sobre mi novela Ceremonia de casta cuando se la envié en agosto de 1976. Años más tarde, Sarita y yo visitamos su tumba en París.
–Más allá del mito del autor y su obra, ¿cuáles serían las palabras más adecuadas para describir a Julio Cortázar?
–Cuerpo de gigante y notable literato, de suaves maneras, bondadoso con los aspirantes a escritor y sus admiradores, nunca pretencioso.
–Si pudiese traer de vuelta a Julio Cortázar, ¿qué le diría?
–Maestro, ahora sí creo en la resurrección. ¿Qué le parece si continúa deleitándonos con sus cuentos y novelas?