Por Gabriel González Vega gabrielgv@ice.co.cr
De los 214 filmes de 31 países exhibidos en cuatro salas a diario repletas, disfrutamos 47. Varios fueron geniales; la mayoría, estupendos, y todos, interesantes. Fue una fracción del banquete, pero ¡qué caudal de imágenes, sonidos e ideas!
The San Francisco International LGBT Film Festival está orientado a visibilizar a las lesbianas, gais, bisexuales y transexuales.
Realizado en junio en California, recibió a casi 400 invitados. Al escenario, luego de cada tanda, subían los creadores, los intérpretes, las víctimas y los héroes de los filmes para celebrar cineforos en comunión con el mejor público para cine que este cronista haya visto en veinte países y un centenar de eventos.
Triunfo legal. Ted Olson fue el abogado que ganó la primera presidencia para George W. Bush en controvertidas elecciones y cambió la historia. ¿Quién habría imaginado que Olson lograría que la Corte Suprema le diera la razón a las dos parejas que desafiaron la Proposición 8 , aprobada por escaso margen en California contra el matrimonio igualitario? De nuevo, Olson cambió la historia.
Esa batalla legal duró cinco años y su improbable socio fue el liberal David Boies, quien había representado a Al Gore en el 2000. Dos acuciosos documentalistas grabaron el proceso de los querellantes. Su cinta Caso contra 8 inauguró el festival en el majestuoso Cine Castro. Es una ingeniosa edición para un testimonio asombroso que fluye con gracia y convence con la sinceridad de los protagonistas.
Por cierto, Olson insiste en que, como conservador, apoya rotundamente la familia; por eso está a favor del matrimonio igualitario. La creciente vigencia de este en Europa, América, Suráfrica y Nueva Zelanda –en contraste con los 10 países donde la homosexualidad se castiga con la muerte– se vincula con sociedades donde el respeto a la orientación sexual y la mayor libertad coinciden con más democracia, educación, tecnología y riqueza; con mejor distribución de los recursos, mayor igualdad de género y más laicismo.
Algunas interpretaciones de la sharia y la Biblia ceban el racismo, la misoginia y la homofobia; sin embargo, nada es más lejano al evangelio de amor que admiramos en Jesús.
Otro Robin. Como educador, el Robin Williams de La sociedad de los poetas muertos es anhelo y emblema, e hizo el mejor de sus papeles. Ahora, en la aún no estrenada Boulevard , también nos conmovió como un marido y empleado gentil y modesto que reprimió su vida toda la vida y que, ante el lecho de muerte de su padre, titubea.
La notable Kathy Baker es la esposa que finge ser feliz junto a ese hombre apocado. Entre azar y necesidad, el personaje de Williams choca (como en Crash ) con un prostituto impasible e inicia una extraña amistad, más paternal que erótica, procurando salvarlo de su cruel pasado y de un rufián, gesto tan frecuente como fallido.
Poco a poco, el marido sale de su triste rutina urgido por una obsesión tan peligrosa como transformadora. Este quinto largometraje de Dito Montiel, sutil y reflexivo, está realizado con destreza y sensibilidad: entrañable.
Torrente Susan. La directora Nancy Kates nos contagió su energía en un sugestivo panel sobre la historia del cine queer organizado por la Academia (Motion Picture Association of America). Luego nos regodeamos con su extraordinario retrato Acerca de Susan Sontag , una mujer cuya belleza física y espiritual se conjugaron para deslumbrar a fans y detractores. Kates le hace justicia a Sontag, una feminista lúcida y proteica que bebió su existencia hasta el último sorbo y la hizo esencia.
¿Cómo trazar las complejas espirales de Sontag, la artista creadora –ensayo, novela, cine–, la profesora sagaz, la activista irredenta, la amante apasionada que pobló la geografía erótica del hombre y la mujer?
Sin poder contar con ella (murió de leucemia en el 2004), Acerca de Susan Sontag está hecha a su estilo; así, el torrente de información (fotos, entrevistas, libros, películas, la voz que la recrea) adopta sus formas, sus colores, sus luces.
Es una delicia compartir la curiosidad, la erudición, la nobleza y la valentía de Susan. La cinta es un homenaje que no pretende serlo, una invención fiel a los hechos, un alarido ( howl ) donde angustia y placer vibran al unísono y al final nos une la alegría, el valió la pena. ¡Qué mujer!
El atleta y el capitán. Sobre un cuatro veces campeón olímpico, Back on Board : Greg Louganis se deleita con la impresionante habilidad del clavadista. Con su gran sonrisa, Greg compartió allí su gloria y su pena.
Aunque marginado por ser gay –finalmente lo contrataron para los Juegos Olímpicos de Londres–, agradecido con sus mentores, víctima de una pareja criminal, enfermo de sida y en problemas financieros, Louganis conserva su sencillez, su bonhomía y su espíritu inquebrantable.
Rico en tomas de archivo, el filme se asoma al recorrido de Louganis con cariño y escaso pudor; sin pretensiones, con honradez y certeza: admirable.
George Takei tiene más de siete millones de seguidores en Facebook (la revista Wired lo considera la persona más importante). Se crio en campos de concentración para japoneses en los Estados Unidos y es pionero de los actores de origen asiático.
Takei es el célebre capitán Sulu de la serie Star Trek y fue una voz en Los Simpson . George ocultó su homosexualidad para sobrevivir en la industria del cine, pero, una vez que salió del closet , ha sido un campeón de los derechos humanos. Una y otra vez ha puesto en ridículo a la homofobia.
En el escenario del Cine Castro estuvo Takei, con sus 77 años y su buena salud, junto a su esposo, Brad, y envuelto en una ovación memorable. A George se le dedicó el festival ( Frameline 38 ), y disfrutamos Ser Takei , documental que es un viaje muy personal y simpático por su magnífica trayectoria, con las injusticias que sufrió y los logros alcanzados. En un tono más bien ligero y apologético, la cinta muestra la cara amable e ingeniosa del legendario personaje. Es de agradecer.
Violette. Años ha, escribí una crítica de cine para La Nación entusiasmado con Teresa e Isabel , la que además impresionó a la Junta de Censura de la que yo formaba parte. La novela original, un clásico del lesbianismo, es obra de Violette Leduc (1907-1972), atormentada y controvertida escritora francesa a la que el festival dedicó En busca del amor y el biopic Violette , donde –además de los tremendos obstáculos que Leduc afrontó para sobrevivir y publicar– se reseña su amistad íntima con la formidable escritora Simone de Beauvoir, cuyos rigor intelectual y generosidad sin aspavientos tejen el filme. Arrinconada por el machismo, Violette definía indecencia como hipocresía: indomable.
También vimos cine latinoamericano, como la estupenda Azul y no tan rosa (Premio Goya); películas sobre la atroz represión sexual en Rusia, y cintas sobre transexuales que son modelos de coraje, como el bravo Navy Seal de Lady Valor: la historia de Kristin Beck , y la maestra aborigen de Kumu Hina (Hawaii).
Testigo del movimiento hippie y las protestas contra la guerra de Viet Nam, enamorado de la bahía de San Francisco, favorable a las luchas por la diversidad sexual, confirmo cómo el racismo, la xenofobia y la homofobia se cuecen en la ignorancia y el miedo que deriva.
En el tanto en que reconocemos al otro como análogo –verdadero hermano, como prueba la genética–, se derrumban los prejuicios y la violencia asociada.
Este festival fue un encuentro menos contestatario que otrora, pero sí radical en su humanismo, y más depurado en técnica y estética. Fue arte para saber que el otro no es el monstruo que define el miedo, sino el pariente, el amigo, el atleta o la artista admirables: cine para aprender a respetarnos.
El autor es académico de la Universidad Nacional.