Con gran expectativa del público y la crítica, recientemente, Disney estrenó la película Maléfica. Prometía ofrecer una versión del legendario cuento La bella durmiente del Bosque. En 1959, esta misma productora, autodenominada la “fábrica de los sueños”, había presentado en la gran pantalla otro filme con el mismo tema, elaborado con dibujos animados.
La investigadora Gemma Lluch afirma que Disney se apropió del copyright de la fantasía. De forma curiosa, los primeros largometrajes de esta empresa, fundamentados en textos literarios, seiniciaban con la apertura de un libro. Con esta acción, se deducía que el derroche de magia que se proyectaría sobre la pantalla había tenido como punto de origen el ejercicio de la lectura y la escritura.
No obstante, cuentos como los de Blancanieves, Cenicienta o La Bella Durmiente existían mucho antes de Disney. El antropólogo literario ruso Vladímir Propp expresó que son antiguos como el ser humano y que, posiblemente, tuvieron su origen en antiguos ritos de iniciación. La historia de la hermosa dormida se presenta en distintas versiones literarias.
Relatos antiguos en Europa y América. Conocido como un escritor de la corte, el italiano Giambattista Basile vivió entre 1575 y 1632. Su obra más recordada es El cuento de los cuentos , también conocida como El pentamerón, compuesta por cinco jornadas de diez relatos. Uno de ellos es Sol, Luna y Talía .
En esta versión, no se menciona a bruja alguna. Nos narra que un rey tuvo una hija llamada Talía y llamó a sabios y adivinos para que predijeran su destino. Llegaron a la conclusión de que la muchachita se pincharía con una espina de una máquina de hilar. El monarca prohibió que entrara a la casa cualquier punta afilada, cáñamo o cosa parecida al palacio.
Sin embargo, cuando Talía “ya era grandecita”, sintió curiosidad por mirar una rueca que una vieja llevaba por la calle. La joven se clavó la aguja en un dedo. Su padre la hizo sentar en un trono y la dejó allí.
Tiempo después, un príncipe que iba de caza ingresó al castillo y la encontró. “Por más que la tocase y gritase, deslumbrado por su belleza, la llevó en brazos hasta el lecho y allí cogió los frutos del amor”. El hombre se marchó. Nueve meses más tarde, Talía dio a luz gemelos. Nadie pudo sacarla de su sueño, pero la ayudaron dos hadas. Los bebés, llamados Sol y Luna, buscaron el pezón de su madre para alimentarse y, en su lugar, encontraron un dedo, el cual chuparon y succionaron la espina. Así fue como Talía despertó.
Después de un tiempo, el joven príncipe regresó al castillo y se encontró con la princesa despierta y con las criaturas. Los llevó a su hogar; sin embargo, ya él estaba casado con otra. La esposa sufrió celos y montó en cólera, mandó a matar a los niños y ordenó servirlos como alimento. El cocinero la engañó, pues preparó dos cabritillos.
La mujer del rey se enteró del ardid y mandó a encender una hoguera para lanzar a Talía y a sus hijos. El rey llegó a tiempo y descubrió que estaban a punto de ocurrir dos infanticidios. Lanzó a su esposa a las llamas y se casó con la heroína de la historia.
En 1697, el abogado francés Charles Perrault ofreció otra versión del cuento. Al bautizo de una princesa invitaron a siete hadas. Para cada una de ellas prepararon un estuche de oro macizo, en el cual había una cuchara, un tenedor y un cuchillo de oro fino cubiertos de diamantes y rubíes. Olvidaron convidar a un hada vieja que hacía más de cincuenta años permanecía encerrada en una torre. Ella es la antecesora de la temida Maléfica y es quien lanza la maldición de la muerte de la niña.
La princesa se pincha con el huso y despierta con el beso del príncipe. En esta versión, también, queda embarazada de gemelos, los cuales se llaman Aurora y Día. El príncipe la lleva consigo a su palacio y la convierte en su esposa.
La reina madre es una ogresa, siente deseos de comerse a sus nietos. Por ese motivo, coloca un recipiente cargado de sapos y culebras para envenenar a los niños y a su nuera. Al final, “se tiró ella misma de cabeza al trasto y fue devorada en un instante por los feos bichos”. El rey no dejó de sentirlo, pues era su madre, pero se consoló con su hermosa mujer y con sus hijos.
Los hermanos Grimm recopilaron 201 cuentos y diez leyendas en su natal Alemania. Dieron a conocer el primer tomo de este trabajo en 1812. Ofrecieron la versión más conocida de La bella durmiente.
Según ellos cuentan, trece hadas había en el reino, pero tenían solo doce platos de oro para servirles el banquete, por lo que no invitaron a una; pero esta se presentó en la fiesta y anunció la venganza. Para tranquilidad de las personas adultas, el texto concluye con la feliz boda del príncipe y la princesa.
La poetisa chilena Gabriela Mistral publicó una versificación del cuento el 14 de julio de 1928, en el diario colombiano El Gráfico. Así expresa: “Al bautizo de la infanta / el rey quiso convidar / a las hadas que reparten / como harina, el bien y el mal… / Siete hadas se sentaron / al feliz banquete real”.
Más adelante agrega: “Cuando apenas se sentaban, / golpeó otra comensal: / era un hada, vieja y fea / con hocico de chacal. // Se sentó en la mesa y dijo: / – Me olvidasteis como al Mal, / pero vine aquí a traeros / la genciana del pesar. / La princesa tendrá todo: / cielos, naves, tierra y mar, / pero un día entre sus manos / con un huso jugará. / Y la dueña de la Tierra / con el huso más banal, / con el brazo de jazmines / se dará el golpe mortal”.
Tal como lo explica Manuel Peña Muñoz, el cuento de Mistral evoca desde el inicio el relato oral, recurre a la décima campesina, la cual es muy cultivada en las áreas rurales de Chile, y a la repetición, la cual es muy común en la narrativa folclórica.
Traición a la palabra oral. ¿Por qué Maléfica desconcertó a algunos espectadores? Precisamente, porque ignora el origen del cuento.
Angelina Jolie encarna a un personaje que se debate entre vengar al hombre que le cortó las alas y entregarse a sus bondadosos instintos maternales. Ella encierra, en sí misma, la ya consabida dicotomía del bien y el mal. Se resiste a representar la función arquetípica del mal que significa lo que los seres humanos nos reprochamos e insistimos en borrar.
El psicólogo Sheldon Cashdan insiste en que los cuentos de hadas constituyen una herencia guardada durante siglos. En estos discursos, la bruja simboliza la vileza que debe morir dentro de los sujetos. Por eso, es condenada al fuego y al desprecio.
El nuevo film de Disney desconoce las raíces históricas del relato, por eso se desvirtúa. Los personajes quedan condenados a vivir en un reino donde no existen libros ni bibliotecas, donde no tiene sentido la memoria.
El autor es profesor de literatura infantil en la Universidad Nacional y la Universidad de Costa Rica. Entre sus libros están ‘La mujer que se sabía todos los cuentos’ y ‘El príncipe teje tapices’.