Roberto Morales Harley roberto.moralesharley@gmail.com
En el marco de la celebración de los 400 años de la aparición de la segunda parte del Quijote , el escritor Alí Víquez nos ofrece su obra más reciente: El coraje de leer. Cuatro ensayos quijotescos , publicada por la Editorial de la Universidad Estatal a Distancia. Estas reflexiones sirven para enfatizar la vigencia de este clásico de la literatura española.
Si don Quijote tomó de los libros de caballería la inspiración para su vida, ¿será posible que nosotros hallemos en don Quijote algún tipo de modelo ? Más allá de la simple locura, el protagonista de este texto ostenta algunas buenas cualidades, las que hacen posible entresacar del Quijote algún conocimiento para la vida. En tal dimensión vital de la lectura yace, precisamente, la originalidad de la propuesta.
Ya desde el prólogo, el autor confiesa que su texto fue concebido como una muestra de agradecimiento hacia el Quijote , libro por el que guarda un gran aprecio. En este sentido, el ensayo se convierte en un género apropiado para una aproximación más personal –pero no por ello menos crítica– al texto.
Los primeros dos ensayos revisan temas de la primera parte de la novela. ¿Por qué reímos cuando leemos las aventuras de don Quijote? ¿Por qué don Quijote cree en lo que otros personajes le dicen? En respuesta a estas y otras preguntas, se elabora una visión del mundo literario que posibilita una comprensión del hidalgo en tanto ser humano.
Por medio de una lectura valiente e ingeniosa de determinados pasajes, Alí Víquez encuentra claves interpretativas no solo para la obra en cuestión, sino también para la literatura en general y hasta para la vida misma. Por ejemplo, la superación de los miedos, que muchas veces restringen la libertad, requiere un valor no menor al de este decidido caballero andante.
Los dos ensayos que cierran el libro remiten a la segunda parte. El lenguaje es el trozo de madera al que el autor se aferra en su viaje “a la deriva por el Quijote ”. De este modo, sigue a un personaje que se sale de lo previsto según las expectativas del mundo literario al que pertenece, aunque también –parece– de lo que el narrador habría esperado de él.
Las explicaciones de Víquez se formulan con base en el propio Quijote . Son, a un tiempo, sencillas y profundas. Son verdades que, con ojo atento, se han sabido encontrar en la novela, y que se aplican por igual para el profesor y el estudiante de literatura, para el crítico y el aficionado a la lectura, para el contemporáneo de Cervantes y el ser humano de hoy.
En el libro se afirma lo siguiente en relación con don Quijote: “Su primer acto de valentía es ese: pueden los otros pensar lo que quieran acerca de cuán equivocado está al leer los libros de caballerías creyendo ciertas sus historias y real el mundo ficticio que estas inventan; para Quijano, ello no importa. Tiene el coraje de decir: Leo como creo que debo leer, como me place, como lo considero más provechoso para mí, aunque los demás se pasen cacareando que debe hacerse de un modo distinto” (pp. 35-36). Leer es ser valiente: este es un mensaje que no puede ser pasado por alto en la actualidad.
El libro termina con un comentario sobre una de las secciones más enigmáticas del Quijote : su final. ¿Por qué don Quijote termina siendo derrotado? ¿Es su derrota definitiva? ¿Lo habría sido su eventual triunfo? Una lectura desde el punto de vista de la propia existencia proporciona ciertas respuestas, pero no sin dejar el espacio pertinente para nuevos cuestionamientos.
El coraje de leer es una invitación. Un libro como el Quijote vale la pena de leer, más allá de las opiniones canónicas, por la esencia humana de un protagonista con el que todos quienes tenemos emociones nos podemos identificar.
Gran parte de verdad puede haber en la locura, por lo que prestar atención a lo que el loco don Quijote tiene que decirnos podría quizás ser lo más razonable, incluso si los resultados no son los esperados. No en vano –lo afirma el subtítulo de la obra– se trata de una colección de ensayos “quijotescos”.
El autor de esta recensión es licenciado en filología clásica y profesor de la Escuela de Filología, Lingüística y Literatura de la UCR.